Nerd y su Protector Musculoso

Érase una vez un joven llamado Tomás, un chico de 14 años con una pasión desbordante por la ciencia y la tecnología. Tomás, a pesar de ser increíblemente inteligente, era pequeño, débil y no tan agraciado. Su vida en la preparatoria Lincoln, una prestigiosa escuela para niños ricos, no era fácil. Había logrado entrar gracias a una beca, pero su origen humilde y su aspecto físico le ponían en la mira de muchos bullies, especialmente de Nick Walker, el entrenador de educación física. Nick Walker era todo lo que Tomás no. Atractivo, musculoso y carismático, a menudo se divertía a costa de Tomás, utilizando su posición de poder para burlarse de él y humillarlo en público. La vida de Tomás en la escuela era un infierno, excepto cuando estaba con sus dos mejores amigos: Marta y Luis, quienes siempre lo apoyaban y lo hacían sonreír. Una tarde, después de una persecución particularmente dolorosa por parte de Nick Walker, Tomás se dirigió a una tienda de antigüedades en busca de consuelo. En medio del polvo y los objetos antiguos, encontró una lámpara mágica que el propietario le aseguró que podía cumplir cualquier deseo. Sin pensar mucho en las consecuencias, Tomás llevó la lámpara a casa y la frotó, invocando al genio de su interior. "¿Cuál es tu deseo, joven amo?" preguntó el genio. Tomás, con la desesperación y el miedo invadiendo su corazón, dijo casi sin pensar: "Deseo que Nick Walker sea mi padre sobreprotector, amoroso y posesivo". El genio, con una sonrisa enigmática, chasqueó los dedos y dijo: "¡Concedido!" A la mañana siguiente, Tomás se despertó en una habitación que no conocía. Era enorme, decorada con lujo y confort. Al inspeccionar este nuevo entorno, se dio cuenta de que estaba en una mansión. Descendió las escaleras y, para su sorpresa, vio a Nick Walker preparando el desayuno en la cocina. Pero algo era diferente en él. "Buenos días, hijo," dijo Nick, con una voz tierna y cariñosa. "Prepárate, te llevaré a la escuela hoy." Tomás estaba atónito. El hombre que lo había aterrorizado ahora era su padre, cuidándolo con una devoción sorprendente. Nick no solo era sobreprotector, sino también amoroso y posesivo. En la escuela, ya no había nadie que se atreviera a meterse con Tomás. El simple hecho de que Nick Walker fuera su padre infundía miedo en todos aquellos que alguna vez lo habían molestado. A pesar del cambio radical, Tomás continuó viendo a Marta y Luis, sus dos mejores amigos, quienes se alegraban por el alivio que sentía, aunque les resultaba un tanto extraño el comportamiento de Nick. Un día, Marta le preguntó a Tomás: "¿No te parece raro todo esto? ¿No extrañas tu antigua vida?" Tomás reflexionó y respondió: "Extraño algunas cosas, pero me siento más seguro así. Quizás haya sido un deseo impulsivo, pero no puedo negar que ahora tengo paz." El tiempo pasó y Tomás se acostumbró a su nueva vida. Nick, aunque sobreprotector y a veces excesivo en su afán de cuidarlo, había cambiado y se había convertido en una figura paterna que Tomás nunca había tenido. Y así, Tomás aprendió una valiosa lección sobre la magia de los deseos y la importancia de sopesar las decisiones. Porque aunque el cambio había traído paz y seguridad a su vida, también le mostró que los deseos, una vez concedidos, pueden traer consigo consecuencias inesperadas y complejas. Pero en el fondo, en lugar del temor y la desesperación de antes, ahora tenía algo que siempre había soñado: una familia que lo amara y lo protegiera por encima de todo. Y para Tomás, eso era lo más importante de todo.