Lucas and Lucifer: A Tale of Love and Possession

Eran las dos de la madrugada y Ethan, un joven nerd de 14 años, fue el último en salir del salón de informática de su escuela. Estaba cansado después de esquivar todo el día las miradas burlonas y los empujones de sus compañeros bullying que siempre le recordaban su condición de huérfano. En su camino a casa, con la luna llena brillando en el cielo sin nubes, Ethan vio una estrella fugaz. Con un suspiro profundo, cerró los ojos y deseó: "Deseo tener un padre, alguien como Lucifer Morningstar, el personaje de esa serie que tanto me gusta". Al abrir los ojos, la estrella fugaz había desaparecido, pero el niño no sabía que el destino ya había escuchado su deseo. Ethan despertó en una cama de sábanas de seda en un apartamento lujoso que jamás había visto antes. Las paredes decoradas con obras de arte costosas y una vista panorámica de la ciudad desde el ventanal lo dejaron sin aliento. Mientras se frotaba los ojos, tratando de convencerse de que no era un sueño, una voz suave y elegante lo sorprendió. —Buenos días, Ethan —dijo Lucifer Morningstar, con una sonrisa cálida en su rostro. Ethan no podía creer lo que veía. Era Lucifer, con su porte impecable, su carisma arrollador y esos ojos que parecían comprender todo pero al mismo tiempo ocultaban secretos oscuros. —Tú... tú eres... —Ethan balbuceó, sin poder completar sus pensamientos. —Así es, hijo mío. Soy Lucifer Morningstar, y desde hoy, seré tu padre —dijo Lucifer, acercándose y dándole un reconfortante abrazo. Los días que siguieron fueron como un sueño hecho realidad para Ethan. Lucifer era un padre protector y amoroso, dispuesto a darle todo lo que nunca tuvo. Le llevaba al colegio en una limusina y le ayudaba con sus tareas, siempre con una sonrisa y palabras de ánimo. En su estancia lujosa, Ethan dejó de sufrir bullying y encontró en Lucifer un padre que lo cuidaba y lo adoraba más que nadie. Sin embargo, Lucifer tenía un lado que Ethan desconocía. Su naturaleza egocéntrica y posesiva lo impulsaba a supervisar cada aspecto de la vida de su hijo. Lucifer no podía soportar la idea de compartir el amor de su pequeño príncipe con nadie más. Por ello, había asignado a sus demonios más fieles, Mazikeen y otros, la misión de vigilar a Ethan. Un día, Ethan conoció a una chica llamada Lila en la biblioteca. Lila era amable y compartían el amor por los videojuegos y las series de ciencia ficción. Empezaron a pasar mucho tiempo juntos y fue entonces que los demonios informaron a Lucifer sobre esta nueva relación. Lucifer, preocupado, decidió intervenir. Primero, trató de alejar a Lila con amenazas veladas. Pero cuando vio que esto no funcionaba, su lado oscuro emergió. Lila desapareció sin dejar rastro, y su destino se convirtió en un misterio. Ethan estaba devastado y desconcertado. Su padre intentó consolarlo, pero nada podía llenar el vacío que había dejado Lila. Ethan empezó a hacerse preguntas, a notar detalles extraños sobre su vida lujosa y la ausencia de cualquier verdadera libertad. Una noche, después de particionar el acceso al sistema de seguridad de la casa a través de una computadora, Ethan descubrió los registros de las cámaras secretas. Vio cómo Lila fue llevada por los demonios a un lugar oscuro y escuchó las aterradoras palabras de su padre ordenando que nadie se acercara a su hijo. Con el corazón roto y el miedo creciendo en su interior, Ethan confrontó a Lucifer. —¡¿Qué has hecho, papá?! —gritó Ethan, lágrimas corriendo por su rostro—. ¡Lila... ella era mi amiga! Lucifer intentó abrazarlo, pero Ethan retrocedió. —Lo hice por ti, Ethan. Nadie te cuidará como yo. Nadie te amará como yo. Pero Ethan no podía aceptar eso. Vio la verdadera naturaleza de su padre, y ya no podía vivir bajo su sombra protectora y controladora. Con el alma herida, pero con una determinación renovada, decidió que encontraría la manera de escapar, aunque eso significara enfrentarse al mismísimo rey del infierno. Así comenzó la lucha de Ethan por su libertad y su humanidad, un camino peligroso y oscuro, pero uno que demostraría su verdadera fortaleza, lejos del deseo de la estrella fugaz y del amor posesivo de Lucifer.