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Una vez hubo un chico llamado Fred, un nerd obeso de 18 años, feo y debil, que sufría de bullying constantemente por parte de Alex, un quarterback atractivo, musculoso, egocéntrico y millonario de 20 años en la universidad. Un día, Fred tuvo la suerte de encontrar una lámpara mágica, y al frotarla, un genio emergió y le ofreció el derecho a un deseo. Fred, indeciso, le habló a su amiga sobre la situación y le preguntó qué desearía. Su amiga, sonriéndole, sugirió algo que a Fred le pareció tan descabellado que se carcajeó, "¿Y si cambias de cuerpo con Alex y haces que él crea que siempre ha sido tú y que además sea tu esposo tímido y pasivo mientras que tú eres un amoroso, celoso, posesivo y dominante que solo tenga ojos para él?" Aún riendo, Fred dijo en voz alta: "Deseo cambiar de cuerpo con mi bully y que mi bully piense que siempre ha sido yo con la diferencia de que él sea mi esposo tímido y pasivo, y yo sea amoroso, celoso, posesivo y dominante que solo tenga ojos para él". El deseo pronunciado sin pensar fue concedido por el genio sin previo aviso. Y, al despertar al día siguiente, Fred se encontró en una cama, sumida en lujosas sábanas de seda y con un cuerpo totalmente musculoso y desnudo. Fred corrió hacia el espejo. Sus ojos se abrieron de par en par al identificar el reflejo de Alex, pero en su interior, él sabía con certeza que era Fred. En ese momento, Alex, ahora en el cuerpo de Fred, entró al baño y dijo con una voz tímida: "Amor, ¿estás bien?". Fred, aún mareado por todo lo que había sucedido, no sabía qué decir. Alex, con una ternura que nunca antes había mostrado, lo abrazó y comenzó a seducirlo con sus palabras dulces. Esos gestos de amor provocaron un estallido de sentimientos y deseo en Fred que lo llevaron a aceptar a Alex. Sin más preámbulos, se dejó llevar y se entregó a su ahora esposo, mudos testigos de un giro del destino que solo puede atribuirse a la máxima ley de la vida: el amor siempre encuentra una manera.