Legacy of Darkness: The Evil Trinity

Había una vez un joven llamado Lucas, de catorce años, con gafas gruesas, una mente brillante y un corazón aún más grande. A diferencia de sus dos hermanos mayores, Marco y Daniel, ambos de diecisiete años, y su padre, Alejandro, un magnate musculoso, atractivo, ególatra y narcisista de treinta y dos años, Lucas no destacaba por su apariencia. Lucas, sin embargo, había nacido con un don especial: la habilidad de ver el futuro. Este don había sido su secreto más profundo, uno que su familia ignoraba completamente. Aunque su padre y hermanos se burlaban constantemente de él, Lucas los amaba incondicionalmente. Un día, Lucas tuvo una visión que lo aterrorizó hasta los huesos. Vio una mujer que seducía a su padre y a sus hermanos, provocando celos y peleas que culminaban en una tragedia mortal. Uno de ellos, descontrolado, acabaría matando a otro. Decidió entonces hacer todo lo posible para evitar ese destino. La visión comenzó a hacerse realidad cuando una mujer llamada Elena apareció en sus vidas. Elena no solo sedujo a Alejandro, también hizo que Marco y Daniel se enamoraran perdidamente de ella. Alejandro, extasiado, anunció una noche que se casaría con Elena. En ese momento sus hijos mayores, furiosos, gritaron, "¡Padre, no te casarás con mi chica!" El ambiente se tornó violento, los insultos y los golpes no se hicieron esperar. Lucas, lleno de determinación, intervino e intentó calmar los ánimos, pero fue en vano. Intentó hablar con Elena, confrontándola con la verdad. "¿Estás feliz? Lograste destruir esta familia", le dijo. "Pero recuerda, todo el daño que hacemos, se nos regresa." En medio del caos, Alejandro, ciego de ira, sacó una pistola. Una bala disparada, un momento de desesperación, y Lucas, el rechazada hijo menor, se interpuso, recibiendo el disparo destinado a uno de sus hermanos. Elena huyó, dejando la familia sumida en el caos. Alejandro, horrorizado por sus acciones, sintió una culpa abrumadora. Marco y Daniel, viendo a su hermano menor desangrándose, cayeron de rodillas junto a él, rogando por su perdón. "Hermano, por favor, perdónanos por todo el bullying que te hicimos", suplicaron. Alejandro, llorando, murmuró, "¿Qué he hecho? Hijo, por favor, resiste. Perdóname." Lucas, con una sonrisa serena, respondió, "Los perdono. Puedo irme tranquilo. Encuentren consuelo. Adiós," y con esas palabras exhaló su último aliento. Alejandro fue condenado, y su buen comportamiento le otorgó casa por cárcel. Marco y Daniel, destrozados por la culpa, cayeron en la depresión. Viendo el sufrimiento de sus hijos, Alejandro, desesperado por una solución, recordó las palabras de un compañero de prisión. Recurrió al demonio, clamando por el regreso de su hijo. Ofreció a sí mismo y a sus hijos como instrumentos de maldad a cambio de la vida de Lucas. El demonio aceptó pero con una condición: Alejandro y sus hijos mayores serían sus súbditos y perderían toda humanidad, salvo un amor posesivo y dominante hacia Lucas. Aceptaron y se convirtieron en entidades de iniquidad y maldad. Regresaron al momento del disparo, esta vez Alejandro no apretó el gatillo. Lucas recuperó la salud. Sin embargo, su familia ya no era la misma. "Descansa, hermanito," dijeron sus hermanos y su padre con voces teñidas de oscuridad. "Nosotros dominaremos este mundo. Esta vez te cuidaremos y protegeremos. Eres nuestro rayo de luz. Nunca escaparás de nuestro lado." Lucas, consciente de la desesperante realidad, entendía que la tragedia había sido evitada, pero a un costo inimaginable. Ahora, amparado por su familia transformada, viviría bajo la sombra de un amor que lo ataría por siempre.