La Transformación Mágica: El Gordo y el Capitán del Fútbol Intercambian Vidas

Erase una vez un chico llamado Timoteo, de 18 años de edad, estaba algo pasado de peso y no era especialmente agraciado. Su vida diaria no era placentera ya que sufría de bullying por parte de su guapo, en forma, egolatra y narcisista hermano mayor, Eduardo, quien era el capitán de Fútbol Soccer a la edad de 19 años. Un día mientras Timoteo estaba out haciendo unas compras, se encontró un antiguo espejo en una tienda de antigüedades. Esto le pareció intrigante y decidió comprarlo. Al llegar a casa y verse en el espejo murmuró pensativo y dolorido: "Cómo desearía ser mi hermano". En ese instante el espejo pareció cobrar vida, su reflejo cambió drásticamente y reflejó la imagen de su hermano Eduardo, quien en ese momento estaba en el baño de la casa, completamente desnudo. Timoteo, asustado, pero al mismo tiempo curioso extendió la mano y tocó el espejo. En ese instante todo cambió. Se miró de nuevo y no vio su propio cuerpo plomizo y regordete, sino el de su hermano Eduardo: musculoso, con pectorales marcados, y un rostro envidiablemente atractivo. Sorprendido, pero también encantado, Timoteo comenzó a observar con asombro y una extraña diversión su nuevo cuerpo. Fue difícil para él entender qué había sucedido. Pero tomando en cuenta su deseo y la extraña imagen en el espejo antes del cambio, supuso que con su acción había activado un intercambio de cuerpos entre él y su hermano. Sin embargo, a Timoteo no le aterraba la idea de ser Eduardo. Se miró nuevamente al espejo y dijo: "Decido tener este cuerpo para siempre". Con lo que sucedió a continuación se sintió inmensamente contento. Siguió siendo Eduardo. Él era el capitán del equipo de Fútbol Soccer, el hermano atlético, guapo y atractivo. En lugar de volver a ser víctima de bullying, decidió utilizar su nueva identidad para cambiar las cosas. Comenzó a tratar con amabilidad a todos los que se cruzaban en su camino, a romper las barreras de la superficialidad que su hermano colocaba y a convivir con las personas por su interior y no por su apariencia física. Así comenzó una nueva y mejor vida, con un entendimiento más profundo acerca de las personas y de si mismo. Y Eduardo, en el cuerpo de su hermano, aprendería que su actitud dañina era inaceptable y comenzaría a trabajar en cambiarla, evocando la lección más valiosa de su vida. Ahí es donde comienza otra historia, una de redención y cambio.