La Transformación: Cuando el Interior se Refleja en el Exterior

Había una vez un chico llamado Julio, al que los demás solían burlarse por su apariencia. No era precisamente lo que llamarías un chico popular, más bien era considerado un nerd, tímido, feo y débil. Se sentía desolado y despreciado por muchos. Un día, mientras navegaba por la internet, se topó con una tienda de antigüedades en línea. Pasó horas navegando a través de numerosas páginas de artefactos inusuales, hasta que un espejo de cuerpo entero encantado llamó su atención. Sin dudarlo, compró el espejo y esperó ansiosamente su llegada. Al llegar, Julio colocó el espejo en su habitación y se quedó mirando su reflejo. Se encontró suspirando con resignación, deseando ser alguien más, una persona atractiva, fuerte y confiada. En un impulso, declaró su deseo en voz alta: "Deseo ser Roman Todd". El espejo comenzó a vibrar, emitía una luz sobrenatural y extrañamente, el reflejo de Julio se desvaneció para ser reemplazado por el increíblemente atractivo, narcisista y musculoso actor de porno gay y bisexual, Roman Todd, solo en unos ceñidos boxers blancos. Sorprendido pero emocionado, Julio tocó el espejo, sin poder creer lo que veía. De repente, sintió una rápida marejada y cuando recuperó el sentido, se dio cuenta de que ya no estaba en su cuerpo anterior. Era Roman Todd. Los músculos marcados, su nuevo rostro atractivo, todo se sentía tan poderoso y embriagador. Pasó los primeros días examinando su nuevo físico, encantado con ese cambio. Pronto, la vieja personalidad de Julio comenzó a desvanecerse y fue reemplazada por la naturaleza superficial de su nuevo ser. Se dio cuenta de que realmente amaba su nuevo cuerpo y su nueva vida. Decidió entonces que no quería regresar a su antiguo yo, prefería vivir en su nuevo cuerpo y adoptar este nuevo yo para siempre. El viejo reflejo ya no existía más, el espejo de cuerpo entero encantado solo reflejaba a Roman Todd, pero en su interior, todavía había rastros de aquel nerd feo y débil que un día decidiera cambiar su destino con un simple deseo. Tristemente, la moraleja de esta historia es que aunque el cambio físico puede traer confianza y popularidad, la belleza verdadera yace en el interior de cada persona y es fundamental mantenerse fiel a uno mismo. Nunca debemos olvidar quiénes somos, independientemente de cómo nos veamos en el espejo.