La Traición de Mariano: Rencor en la Familia Negrete

**La Gata - La Traición de Mariano** La boda de Pablo y Esmeralda estaba destinada a ser el evento más feliz en sus vidas, pero en las sombras, conspiraciones sibilinas se tejían a sus espaldas. Mariano Martínez Negrete, consumido por el odio, el rencor y la envidia hacia su hermano Pablo, se había aliado con Gisela, la eterna rival de Esmeralda. El día tan esperado llegó y, justo cuando Pablo y Esmeralda se disponían a unir sus vidas para siempre, una oscura nube se cernió sobre el evento. Gisela, con la ayuda de Mariano, secuestró a Pablo. En un escenario siniestro, Gisela forzó a Pablo a hacer creer a todos que había huido con ella a otro país. Esa misma noche, Mariano se reunió con Gisela en un lugar apartado. "El plan funcionó", le dijo Mariano con una sonrisa perversa. "Todos creen que mi querido hermano huyó contigo". Mariano le entregó un maletín lleno de dinero, acordado para que se fueran lejos. Pablo, atado y forcejeando, fue llevado ante su hermano. "¿Por qué me traicionas, Mariano?", preguntó con desesperación. "¿Por qué me alejas de la mujer que amo?" Mariano, con una voz fría y calculadora, le respondió: "Lo hago porque te odio, Pablo. Siempre fuiste el favorito de nuestra madre. Tienes a la única mujer que he amado y los dos hijos que desearía que fueran míos. Pero ahora que sabes la verdad, no permitiré que arruines mi plan". Mariano levantó el arma y, sin titubear, disparó fríamente a su hermano. Luego, se giró hacia Gisela, consciente de que ella también sabía demasiado. Con un puñal, acabó con su vida. Después, se deshizo de los cuerpos, eliminando cualquier rastro de su odiosa traición. Meses después, Mariano logró lo que tanto deseaba. En medio del dolor y la desesperación, Esmeralda, agradecida por su apoyo y compañía, aceptó ser su novia y, poco después, su esposa. En la noche de bodas, tras consumar su matrimonio, Mariano observó a Esmeralda dormir pacíficamente. Con un susurro en su oído, expresó su retorcida felicidad: "Al fin soy feliz. Tengo a la mujer que amo y es mi mujer. Amor mío, descansa. Yo cuidaré tu sueño. Pronto concebiremos a nuestro primer hijo. Los hijos de mi hermano son míos. Yo seré su padre y nunca permitiré que sepan quién es su verdadero padre". Con una sonrisa malévola, Mariano tomó una foto de su difunto hermano y, con un susurro triunfal, dijo: "Al fin te vencí, hermanito. Yo tengo lo que me quitaste. Nadie sabrá que estás muerto".