**La Sombra en "Tanto Amor"**

En una noche brumosa y fría, David, ahora en el cuerpo de Alberto, se encuentra en la biblioteca de su nueva mansión, admirando la opulencia que ahora le pertenece. Sabe que tiene que prepararse para la boda del día siguiente, pero el peso de la circunferencia de su venganza y la culminación de su plan le hace detenerse a reflexionar. Al mirarse al espejo y ver el reflejo de Alberto, esboza una sonrisa maliciosa y resopla: "Alberto, al fin te vencí. Debo prepararme para mi boda". Su voz, aunque igual a la de Alberto, lleva un tono oscuro y amenazante. Meses después, Mia comienza a notar cambios en el comportamiento de "Alberto". Aunque aún es cariñoso, hay momentos en los que su mirada se vuelve fría y perdida. Sin embargo, su amor por él la hace ignorar esas señales. Una noche, mientras se abrazan antes de dormir, Mia le susurra al oído llena de felicidad, "Alberto, vamos a tener un hijo". David, ahora Alberto, siente una mezcla de euforia y satisfacción oscura al escuchar esas palabras. "Al fin eres mía y ya tendremos nuestro primer hijo," piensa, y una sonrisa siniestra se dibuja en su rostro. "Lástima que mi hijo no llevará el apellido Roldán," murmura para sí mismo. El tiempo pasa y Mia sale de cuentas, dando a luz a un hermoso niño. En la sala de maternidad, con el pequeño envuelto en mantas blancas, David se siente eufórico. A pesar de la molestia interna que le causa registrar al niño con el apellido Lombardo, lo hace sin dudar. Esa noche, junto a Mia y el bebé dormidos, David se inclina hacia ella y susurra: "Te amo tanto, Mia. Por tenerte hice todo esto, pero valió la pena. Alberto nunca recuperará su cuerpo; ahora es mío." David cree que ha ganado, pero se encuentra ajeno a las fuerzas que se están moviendo en las sombras. El hechicero, que siempre juega ambos bandos, había dejado una puerta abierta en el ritual. Esa noche, mientras David duerme, Alberto, consciente de lo que ha ocurrido, encuentra una grieta en la oscuridad que lo ha aprisionado y comienza a regresar, decidido a recuperar lo que es suyo. En sus sueños, David se encuentra cara a cara con el espíritu de Alberto. "Creíste que habías ganado, pero subestimaste mi voluntad", dice Alberto con una voz firme y llena de determinación. David se despierta sobresaltado, sudor frío corriendo por su frente. Por primera vez en meses, siente un miedo sincero. El hechizo está empezando a fallar, y sabe que su tiempo es limitado. Mientras Mia sigue durmiendo pacíficamente, David se levanta y camina hacia el espejo. La sonrisa malvada se ha desvanecido, reemplazada por la preocupación y la incertidumbre. El final que creía asegurado ahora está lleno de sombras y dudas. El verdadero combate apenas ha comenzado, y David se da cuenta de que el amor y la venganza tienen un alto precio, uno que quizás no esté preparado para pagar.