**La Sinfonía del Perdón**-1

Había una vez en el mundo mágico de Harry Potter, un joven mago de 20 años llamado Lucian Rosier. Alto, musculoso y de una belleza deslumbrante, Lucian era tan egocéntrico y narcisista como atractivo. Provenía de una familia de magos de sangre pura y había sido seleccionado en Slytherin durante su tiempo en Hogwarts. Lucian se casó con una joven bruja de su misma condición, y juntos tuvieron un hijo. Sin embargo, su mundo se desmoronó al descubrir que el niño era un Squib, incapaz de realizar magia. Con un gesto de desprecio y arrogancia, Lucian llevó al bebé a un orfanato muggle de Londres, declarando con frialdad: "Nunca permitiré que un sucio Squib manche de pobredumbre el buen nombre de la familia Rosier. Tendremos otro hijo que esta vez no nos dará vergüenza." Con esas palabras, volvió con su esposa a su lujosa mansión, dejando a su hijo a su suerte. El bebé fue adoptado por un viudo llamado Thomas, un granjero sencillo y amable que vivía en el campo. Thomas le dio al niño un hogar lleno de amor y cuidados, criándolo con humildad y buenos valores. Con el tiempo, el joven, a quien Thomas llamó Daniel, creció para ser un hombre de buenos sentimientos que amaba a su padre adoptivo por encima de todo. Mientras tanto, Lucian y su esposa dieron a luz a un segundo hijo que sí podía hacer magia. Lucian dedicó toda su atención a educar a este niño en el arte de la ambición, la crueldad y el narcisismo. Pero su excesivo favoritismo y rigidez tendrían consecuencias desastrosas. Pasaron 20 largos años. Daniel, ahora un joven de 21 años, estaba feliz trabajando en las tierras de cultivo. Un día, escuchó una explosión proveniente del bosque cercano. Alarmado, dejó sus tareas y corrió hacia el sonido. Encontró a un hombre muy herido y débil, un mago de unos 40 años. Sin saberlo, era Lucian Rosier, su padre biológico. Lucian había tenido un enfrentamiento con su hijo preferido, quien lo había traicionado falsificando su firma para quedarse con todos sus bienes. En el duelo, Lucian había sido derrotado y dejado por muerto en el bosque. Daniel llevó al mago herido a su casa y comenzó a cuidarlo sin saber su verdadera identidad. Thomas, aunque reticente por la presencia de un extraño, respetó la decisión de su hijo. Lucian, a pesar de su desprecio inicial por estar en una casa muggle, no tuvo más remedio que aceptar la ayuda. Al ver el gesto de asco en el rostro de Lucian, Daniel le dijo firmemente: "Debe estar agradecido; si no hubiera sido por mí, usted estaría muerto." Con el tiempo, el joven logró penetrar las barreras del frío corazón de Lucian. Aunque el mago seguía mirando a Thomas con odio, rencor y envidia, no podía negar la bondad de Daniel. Un día, mientras ayudaba a Daniel a vestirse, Lucian vio una marca de nacimiento en su brazo, una marca distintiva de la familia Rosier. La realidad lo golpeó con fuerza: el joven que lo había salvado y cuidado era el hijo que había abandonado. Invadido por la culpa y el arrepentimiento, Lucian decidió buscar la manera de ganarse el perdón de Daniel. En vez de revelar de inmediato su identidad, optó por ganarse la amistad y la confianza del joven. Decidido a demostrarle que había cambiado, Lucian comenzó a involucrarse más en las tareas del campo, a apoyarlo en sus aficiones y a compartir historias de su juventud en Hogwarts, aunque omitía intencionadamente su crueldad pasada. Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. Lentamente, pero con firmeza, Lucian observó cómo se formaba un vínculo genuino entre él y su hijo. Aunque la sombra de sus errores pasados siempre estaba presente, Daniel veía en Lucian a un hombre redimido, dispuesto a enmendar sus fallos. Finalmente, en una noche iluminada por la luna, Lucian se armó de valor y le confesó a Daniel la verdad sobre su identidad y sus acciones pasadas. Daniel, sorprendido y con lágrimas en los ojos, sintió una mezcla de emociones: rabia, tristeza y alivio. Después de un largo y profundo silencio, Daniel habló con suavidad: "Lo que hiciste fue terrible, pero por el hombre que eres ahora, estoy dispuesto a intentarlo. La redención es un camino largo y arduo, pero estoy dispuesto a caminarlo contigo, papá." Y así, en un rincón simple pero mágico del mundo, nació una historia de redención y perdón, alimentada por la humildad y el amor verdadero.