###La Redención de Christian de la Campa

Christian de la Campa siempre había sido el centro de atención. Su atractivo y musculosa figura lo convirtieron en un renombrado actor y modelo, pero también alimentaron su ego desmedido y narcisismo extremo. Todo cambió el día que su amada esposa falleció al dar a luz a su hijo. En medio del dolor, Christian prometió a su esposa que cuidar y amar al niño sería su prioridad. Sin embargo, con el tiempo, ese juramento se convirtió en un recuerdo lejano y casi olvidado. Los años pasaron y, a medida que su hijo crecía, se hizo evidente que no era como su padre. Mientras Christian sobresalía por su atractivo físico y carisma, su hijo, Lucas, era un joven débil, reservado y enormemente inteligente. Lucas disfrutaba más de la compañía de los libros que de las actividades físicas, y esta disparidad solo aumentaba la frustración de Christian. La promesa que hizo años atrás se tornó en una serie de abusos constantes; Christian humillaba y hacía bullying a su propio hijo, incapaz de comprender o aceptar sus diferencias. Lucas sufría en silencio. No solo era el blanco de su padre; la preparatoria también se convirtió en un lugar de tormento donde sufría bullying. A menudo se preguntaba qué había hecho mal para merecer tanto desprecio, sobre todo de su propio padre. Con el tiempo, la idea de emanciparse y comenzar su vida de nuevo se convirtió en su único escape. Tomó meses de planificación meticulosa, pero finalmente Lucas preparó una estrategia ingeniosa. Consiguió que Christian firmara un documento de emancipación sin leerlo. Posteriormente, adquirió un medicamento que, al ingerirlo, lo haría parecer muerto temporalmente. Además, contactó y contrató a un grupo de personas que se harían pasar por una funeraria para llevarse su cuerpo y "cremarlo", todo para asegurar su escape sin dejar rastros. El día señalado, Lucas tomó el medicamento y dejó una nota junto a una gran cantidad de pastillas, fingiendo así un suicidio. Christian fue quien encontró el cuerpo inerte de su hijo. Abatido por la culpa y el arrepentimiento, rompió en llanto, abrazando al supuesto cadáver de Lucas y lamentando cada palabra y acto cruel que alguna vez dirigió hacia él. Todo lo que había despreciado de su hijo ahora se convertía en una dolorosa realidad que nunca podría rectificar. Poco después, la funeraria falsa llegó, insistiendo en cumplir el supuesto último deseo de Lucas de ser cremado. Desesperado, Christian intentó detenerlos, queriendo ahora enterrar a su hijo en la cripta familiar. Sin embargo, tras una breve pelea, le arrebataron el cuerpo y se marcharon. Desde su perspectiva, todo terminó en cenizas. Lucas, mientras tanto, despertó en otro país, lejos del dolor pasado. Inició una nueva vida, libre de la sombra de su padre y dispuesto a construir un futuro prometedor. Meses más tarde, la culpa consumía a Christian, llevándolo a perder la razón. En su mente, los gritos de su hijo pidiendo jugar resonaban constantemente, como una alucinación tortuosa. Fue internado en un manicomio, incapaz de escapar de la condena autoimpuesta. Ahí, los médicos y enfermeras lo escuchaban llorar, pidiendo ver a su hijo, desesperado por una segunda oportunidad que nunca llegaría. El karma había cumplido su ciclo. “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” resonaba en el aire del manicomio, como una cruel balada que ni el ego más grande pudo evadir.