**La redención de Christian de la Campa**-2

Christian de la Campa nunca había sido conocido por su humildad. Así, mientras el mundo lo adoraba como un ídolo de la pantalla y un galán irresistible, Cristian vivía su vida plenamente sumergido en la superficialidad, la vanidad, y el desprecio hacia su propio hijo, Santiago. Santiago, de 16 años, era todo lo contrario a su padre. Nerd hasta la médula, noble de corazón y físicamente más débil, Santiago era la vergüenza de Christian. Para mantener su imagen, Christian lo presentaba como un simple ahijado y no perdía oportunidad para denigrarlo y golpearlo en privado. Todo cambió una noche cuando Christian tuvo un encuentro íntimo con una misteriosa mujer que resultó ser una vampiresa hambrienta. En medio de la pasión, la vampira lo mordió, transformándolo en una criatura de la noche. La metamorfosis fue rápida y brutal, llevándolo a ver a los humanos como simples presas y juguetes. Las noches de Christian se volvieron una cacería sin fin, donde mujeres conocían su destino fatal tras pasar por su alcoba. Pero Santiago, no siendo ajeno a los cambios y a las noticias de muertes en la ciudad, decidió seguir a su padre. Una noche, lo descubrió preparado para atacar a una víctima. Santiago, sin pensarlo, intervino, salvando a la mujer y enfrentándose a su propio padre. El aroma de la sangre de Santiago y la palabra "papá" lograron penetrar la mente oscura y enajenada de Christian, activando un extraño instinto paternal. "Heredero", murmuró el lado vampírico de Christian, antes de que su control humano regresara brevemente. Christian, debilitado por su sed de sangre, observó en silencia cómo Santiago cortaba su mano y dejaba gotear sangre ante él. "Me convertí en un monstruo,” dijo Christian, “¿por qué no huyes de mí después de todo el daño que te he hecho?" Santiago lo miró con firmeza y amor inconmensurable. "A pesar de todo, eres mi padre. Tú no eres un monstruo. Saldremos adelante, nos tenemos el uno al otro." Ese acto de amor comenzó a suavizar el profundo abismo entre ellos. Christian, tratando de cambiar, empezó a pasar más tiempo con Santiago. Sin embargo, cuando la mujer que había sobrevivido denunció a Christian, las autoridades comenzaron a cazarlo. Temiendo ser separado de su hijo y encerrado, Christian decidió huir con Santiago, refugiándose en una de sus propiedades. Christian prometió a Santiago cazar animales en lugar de humanos, y aunque Santiago lo creyó, la realidad era otra. Christian seguía cazando mujeres en la ciudad por las noches, satisfaciendo su sed de sangre y deseo carnal mientras su hijo dormía. El engaño duró varios meses hasta que Santiago descubrió la verdad. Desesperado, intentó escapar con la ayuda de las autoridades, fingiendo ser llevado a un hogar de paso. Christian, al verlo llevado, emprendió una búsqueda feroz. Cuando lo encontró, lo "rescató" y se lo llevó a otro castillo con un guardián para asegurar su protección. El guardián, comprometido a proteger a su familia, vigilaba a Santiago, quien había perdido todas las oportunidades de escape. Christian, en su retorcida percepción de amor y protección, comenzó a entrenar a Santiago, llevándolo al gimnasio, retirando sus lentes y moldeándolo a su imagen. Christian lo vigilaba constantemente, intentando moldear al Santiago en el atleta que nunca había sido. Con el paso del tiempo, cuando Christian no pudo soportar la idea de la soledad eterna, mordió a Santiago contra su voluntad, creyendo firmemente que le estaba haciendo un favor. Atrapado en el destino de su padre, Santiago se debatía entre el amor que alguna vez redimió al monstruo y la realidad de estar convertido en lo que más temía. Y así, entre castillos y engaños, ambos se sumergieron en la eternidad de la noche, entrelazados en un lazo oscuro de sangre y amor distorsionado.