**La Pasión Inmortal de un Vampiro**

En una fría y oscura noche en los suburbios de una bulliciosa ciudad, Alaric, un vampiro de impecable apariencia y cuerpo esculpido, contemplaba las luces titilantes desde la comodidad de su mansión gótica en las afueras. Con una belleza que deslumbraba a quienes se atrevieran a mirarlo, Alaric tenía todo lo que cualquier inmortal deseaba, excepto una cosa; el amor verdadero de una mujer mortal llamada Eliza. Años antes, Eliza había sido el centro de su existencia. Con su risa melodiosa y su innegable belleza, se había ganado el ardiente amor de Alaric. Sin embargo, el destino la llevó a casarse con otro hombre, un mortal llamado Thomas, lo cual sumió al vampiro en un abismo de celos y rencor. La venganza pronto se convertiría en su única salvación. Una noche de luna llena, cuando Thomas y Eliza dormían profundamente, Alaric se adentró silenciosamente en su hogar y les arrebató lo más preciado que tenían: su recién nacido, Daniel. Originalmente, Alaric había planeado matar al niño, pero algo en los inocentes ojos del bebé le hizo cambiar de parecer. Decidió entonces criarlo como su propio hijo, viendo en ello una venganza aún más cruel, arrancando a Daniel de la vida que le correspondía. Daniel creció bajo la estricta y retorcida tutela de Alaric, quien le mostró amabilidad y amor solo a él. El vampiro le era sobreprotector y posesivo, temeroso de perder al único ser que llenaba su eterna existencia. Mientras Eliza y Thomas buscaban incansablemente a su hijo desaparecido, Alaric siempre estaba un paso adelante, escapando a su lado para mantenerlo oculto. Años pasaron y Daniel se convirtió en un adolescente nerd de 17 años, ávido lector y brillante estudiante. Inevitablemente, el destino lo llevó a cruzarse con sus verdaderos padres, quienes trabajaban como maestros en su escuela. A medida que los lazos familiares comenzaron a hacerse evidentes, Alaric sabía que su secreto estaba en peligro. En un desesperado acto de protección y posesividad, Alaric asesinó sin piedad a Eliza y Thomas, asegurándose de que su verdad muriera con ellos. Para Daniel, la vida continuó sin conocimiento de la tragedia, siempre con la fiel e inquebrantable compañía de su padre vampiro. Con el paso del tiempo, Daniel cayó en una profunda tristeza al descubrir que su amor no correspondido por su amiga, Clara, se había fijado en otro. Alaric, al escuchar el dolor de su hijo, se llenó de furia al pensar que una simple mortal se atreviera a romperle el corazón. Prometió a Daniel que nunca lo abandonaría, y esa noche, mientras el joven dormía, el vampiro tomó cartas en el asunto. Entró en la habitación de Clara y, viendo su innegable belleza, comprendió por qué Daniel estaba tan prendado de ella. Sin embargo, sus propios celos y su naturaleza vengativa lo impulsaron a actuar implacablemente. Clara, al ver los colmillos de Alaric, recordó las terroríficas historias que su madre le contaba sobre los vampiros. Se arrodilló y suplicó por su vida, pero Alaric, firme en su decisión, le dijo: —Si quieres vivir, terminarás con tu novio y le pedirás perdón a mi hijo. Le dirás que lo amas y, si él te pide matrimonio, aceptarás convertirte en su esposa. Serás una buena esposa y yo me encargaré de guiar a mis futuros nietos. No le contarás a nadie sobre esta conversación. Aterrorizada, Clara obedeció cada una de las órdenes del vampiro. Tiempo después, Alaric cumplió su último deseo: convirtió a Daniel en vampiro, asegurándose así que jamás lo perdería, atándolo a su eterna existencia de oscuridad y amor torcido. La vida de Daniel continuó en la penumbra, sin saber jamás las sombras que acechaban sus orígenes ni las monstruosas acciones de su padre adoptivo. Y así, Alaric, lleno de satisfacción y vileza, siguió adelante, inmortal en su belleza y en su siniestra posesión, sin jamás dejar ir lo que él consideraba suyo.