La Obsesión de Cupido: El Actor Pornográfico y el Sacerdote Atrapados en un Juego de Seducción

Roman Todd, hecho de músculos tallados y una atractiva mirada azul, era un verdadero dios en el mundo del porno gay y bisexual. Admirado por su talento frente a las cámaras y admirado por sus fieles seguidores, Roman gozaba cada pizca de su fama y fortuna. Pero su narcisismo y desprecio hacia aquellos que él no encontraba atractivos, oscurecían su brillante exterior. Un día, maldito por una flecha encantada de Cupido, Roman comenzó a sentir una obsesión irracional por alguien inesperado: un modesto y aparentemente desagradable sacerdote llamado Francisco. Francisco era todo lo contrario a Roman: feo, debil y humilde. Un hombre de Dios que no deseaba más que seguir sirviendo a su parroquia y mantenerse alejado de las tentaciones del pecado. Para sorpresa de Roman, Francisco rechazó sus avances una y otra vez, provocando que Roman aumentara su obsesión por él. En un intento por conquistar el amor de Francisco, Roman invitó a Francisco a su lujosa mansión haciéndole creer que deseaba pedirle disculpas. Sin que Francisco se diera cuenta, Roman vertió un potente afrodisíaco en su café. Bajo el efecto de esta poción, Francisco abandonó sus inhibiciones y esa noche ambos terminaron en el lecho de Roman. Las consecuencias de aquella noche fueron recogidas en una serie de fotografías que Roman utilizó para manipular a Francisco. Le pidió que dejara su vida en la iglesia para estar a su lado, utilizando como chantaje las imágenes comprometedoras. Atrapado entre su vocación y su miedo al escándalo, Francisco se rindió a la voluntad de Roman. Tiempo después, Roman consiguió lo que quería: se casó con Francisco. Sin embargo, a pesar de tener al sacerdote a su lado, Roman anhelaba algo más: quería que Francisco lo amara de la misma manera que él lo amaba. En su nuevo propósito, Roman estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ganarse el amor de Francisco, cueste lo que cueste.