La magia del autoaceptación: El giro sorprendente de un encuentro en el espejo mágico

Erase una vez un joven de 18 años llamado Enrique. Enrique era un chico con un sobrepeso notable, con su cara adornada por un acné severo. A pesar de su apariencia, Enrique era buena gente: amable, cariñoso y dispuesto a ayudar a cualquiera que se cruzara en su camino. Sin embargo, su bondad a menudo se veía eclipsada por su apariencia física, lo que lo hacía objeto de burlas por parte de algunos compañeros de escuela. Uno de estos era Damián, el chico más popular de la escuela. Tenía 19 años, era el capitán del equipo de fútbol y era increíblemente atractivo y atlético. Pero a diferencia de Enrique, Damián era narcisista y soberbio: su ego era tan grande como su talento para el fútbol. El acoso de Damián hacia Enrique era un tormento diario. A Damián le encantaba mofarse de Enrique delante de sus compañeros, luciendo su tonificado cuerpo y presumiendo de sus hazañas deportivas. Un día, mientras Enrique estaba en una tienda de antigüedades, encontró un antiguo espejo. Impulsado por la curiosidad, Enrique lo compró. Al llegar a casa, colocó el espejo en su habitación y se miró en él. En un momento de desesperación y tristeza, exclamó: "¡Cómo desearía ser Damián!". Para sorpresa de Enrique, la imagen reflejada en el espejo no era la suya, sino la de Damián. Aún más asombroso, en ese momento Damián estaba desnudo, admirándose en el espejo en su propia casa. Enrique, impactado, tocó el espejo, sin saber que aquello activaría un intercambio de cuerpos entre él y Damián. De repente, se encontró observando sus nuevas y atléticas extremidades, su piel libre de acné y una perfección física a la que no estaba acostumbrado. Tras un momento de exploración personal, Enrique decidió que quería mantener ese cuerpo para siempre y, misteriosamente, así sucedió. Con su nueva apariencia, Enrique se dio cuenta de que podía vivir la vida de la manera que siempre quiso sin preocuparse por las críticas y burlas de los demás.