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Question: Escribe una historia en la que un nerd feo y debil de 17 años que sufre bullying de parte del entrenador musculoso, egolatra, atractivo y narcisista de 33 años, un dia el nerd al comprar una lampara que sin saber cumplia cualquier deseo, dijo sin pensar: deseo que el entrenador sea mi padre posesivo, protector y controlador, el sin saberlo la lampara cumplio el deseo, cuando el nerd se desperto al dia siguiente y vio al bajar a desayunar que su padre era el entrenador, el entrenador al verlo sonrio cariñosamente y dijo: buenos dias hijo, ya desayunaremos y nos vamos a la prepa, recuerda hijo que en la prepa soy tu profesor, estoy orgulloso de tus calificaciones, empezaremos a entrenar tu fisico para que seas fuerte, y volviendo a lo de siempre no puedes tener amigos porque nadie esta a la altura de ti mi adorado hijo , y cualquiera que se acerque a ti sabe que conocera mi furia y no deseara tenerme de enemigo, nadie toca lo que es mio, tu eres mio y solamente mio mi pequeño.
Era una mañana gris y lluviosa cuando Oliver, un nerd de 17 años que pasaba desapercibido en la escuela y sufría constantes acosos por parte del entrenador de educación física, encontró una lámpara en una tienda de antigüedades. Se veía vieja y polvorienta, pero algo en ella llamó su atención. Sin pensarlo dos veces, la compró y la llevó a casa. Esa noche, ya en su habitación, Oliver limpió la lámpara y la acarició, pensando en sus deseos más profundos. En un susurro, dijo casi sin darse cuenta: "Deseo que el entrenador sea mi padre posesivo, protector y controlador". No esperaba que pasara nada, pero pronto una luz brillante cubrió la habitación y todo se volvió negro. Al día siguiente, Oliver se despertó y notó algo extraño; su habitación se veía diferente, con decoraciones y muebles nuevos. Confundido, se vistió y bajó a desayunar. Al entrar en la cocina, se encontró con una escena inimaginable: el entrenador, musculoso y atractivo como siempre, pero con una sonrisa cariñosa en su rostro, preparaba el desayuno. —Buenos días, hijo —dijo el entrenador con una voz suave y protectora—. Ya desayunaremos y nos vamos a la prepa. Recuerda, hijo, que en la prepa soy tu profesor. Estoy orgulloso de tus calificaciones. Empezaremos a entrenar tu físico para que seas fuerte. Oliver, todavía aturdido, se sentó y comenzó a comer sin decir nada. Su mente trabajaba a mil por hora, tratando de procesar lo que estaba ocurriendo. —Volviendo a lo de siempre —continuó el entrenador—, no puedes tener amigos porque nadie está a la altura de ti, mi adorado hijo. Cualquiera que se acerque a ti sabe que conocerá mi furia y no deseará tenerme de enemigo. Nadie toca lo que es mío. Tú eres mío y solamente mío, mi pequeño. Oliver sintió una mezcla de miedo y alivio. Por un lado, ya no tendría que soportar el bullying; por otro, se daba cuenta de que había entrado en una nueva y retorcida realidad. Durante las siguientes semanas, la vida de Oliver cambió drásticamente. El entrenador, ahora su padre, se mostró extremadamente protector. Nadie se atrevía a mirarlo mal, y su vida en la escuela mejoró, aunque a un costo alto. No podía hablar con nadie y se sometía a exigentes rutinas de entrenamiento físico supervisadas por su nuevo "padre". Con el tiempo, Oliver empezó a destacar en deportes, su cuerpo se volvió más fuerte y su autoestima mejoró un poco. Sin embargo, la sensación de aislamiento aumentó. Cada vez que alguien mostraba interés en acercarse a él, el entrenador intervenía con una amenaza velada o una mirada intimidante. Un día, Oliver encontró la lámpara oculta bajo su cama y recordó el deseo. Se dio cuenta de que tenía el poder para cambiar su destino otra vez. Esta vez, reflexionó cuidadosamente antes de formular su próximo deseo. Antes de pronunciar las palabras, miró alrededor y se dio cuenta de que, a pesar de todo, lo único que realmente deseaba era un poco de libertad y la capacidad de decidir por sí mismo. Acarició la lámpara y con un firme susurro, expresó su nuevo deseo: —Deseo tener la confianza y la fuerza necesarias para enfrentarme a mis problemas y vivir mi vida en libertad. La luz volvió a llenar la habitación y, cuando se disipó, Oliver sintió un peso distinto en su corazón. Al bajar a desayunar, encontró la cocina vacía, como si nada hubiera cambiado, pero él era diferente. Con una renovada confianza y fortaleza, estaba listo para tomar el control de su vida, aprendiendo que el verdadero poder estaba dentro de sí mismo. Fin.
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