"La Huida del CEO Narcisista"

Había una vez un magnate llamado Marco Rinaldi, un hombre de 33 años con una apariencia imponente: musculoso, atractivo y vestido siempre con trajes de diseñador. Marco era conocido no solo por su éxito empresarial, sino también por su ego enorme y su naturaleza narcisista. Su vida parecía perfecta, pero detrás de esa fachada esplendorosa, se escondía una relación oscura y tormentosa con su único hijo, Alex, un joven de 15 años. Alex era todo lo opuesto a su padre. Delicado en su apariencia, tímido y con una inteligencia sobresaliente, Alex era un nerd por definición. Y fue precisamente esa diferencia la que desencadenó el desprecio de su padre. Marco, que valoraba la fortaleza física y el éxito material, veía en Alex a un perdedor. Cada día le recordaba su insuficiencia, humillándolo y sometiéndolo a todo tipo de violencia verbal y física. Fuera de casa, la vida de Alex no era mejor; en la preparatoria, sufría constante acoso y bullying de sus compañeros. Un día, el peso de tanto sufrimiento fue demasiado para Alex. Decidió acabar con su dolor y se aventó desde la ventana del tercer piso de la preparatoria. Milagrosamente, los servicios de emergencia llegaron a tiempo y llevaron a Alex al hospital, donde, contra todo pronóstico, los médicos lograron salvar su vida. Intentaron contactar a Marco, pero él, ocupado en sus asuntos empresariales, ignoró las llamadas. La policía, en su investigación, descubrió el calvario que Alex había enfrentado tanto en la escuela como en su propia casa. Detuvieron a los bullies y los llevaron a centros de detención de menores. Al ver el miedo palpable que Alex tenía hacia su padre, las autoridades tomaron la decisión de arrestar a Marco por maltrato y violencia intrafamiliar. Decidieron también que Alex sería llevado a un hogar de paso después de su recuperación en el hospital. Marco fue llevado al hospital, escoltado por los policías, para enfrentarse a la realidad de sus acciones. Al ver a su hijo entre la vida y la muerte, intubado y lleno de heridas, algo en él se quebró. Por primera vez en su vida, sintió un profundo arrepentimiento. Suplicó a las autoridades que le dieran una oportunidad de redimirse, pero la respuesta fue tajante: "Lo sentimos, ya perdió a su hijo. Ahora vámonos, lo espera una celda." Desesperado, Marco se negó a aceptar su destino. Con una fuerza y determinación que sorprendieron a los oficiales, los noqueó y se llevó la camilla con su hijo. En un acto impulsivo, robó una ambulancia mientras abrazaba el cuerpo debilitado de Alex y murmuraba: "Descansa, pequeño. Papá contratará a los mejores médicos para que estés atendido. Comenzaremos una nueva vida. Nunca te perderé." Mientras avanzaba por la carretera, Marco sabía que su vida jamás sería la misma. Había cruzado una línea de la que no había retorno, y ahora su única misión era salvar a su hijo, no solo físicamente, sino de todas las heridas que le había infligido durante tantos años. Con el espíritu de fuego que siempre lo había caracterizado, esta vez, quemaría su pasado para construir un futuro donde Alex pudiese sanar y encontrar la paz que tanto merecía.