"La Herencia Maldita: Un Vampiro Narcisista Descubre a su Hijo Perdido"

Durante siglos, el vampiro Aristóteles, con su físico esculpido, mirada cautivadora y personalidad narcisista, había deambulado por la tierra recogiendo víctimas para saciar su deseo insaciable. Sin embargo, todo cambió una noche que él mismo describiría más tarde como decisiva. Justo antes de anochecer, lo atrajo un chico de diecisiete años, magro, se podría decir nerd, que apenas podía cargar con su mole de libros de camino a casa. Aristóteles, a punto de reclamar su próximo festín, se detuvo en seco. Un lunar en la mejilla derecha del chico lo desconcertó. Era una marca de nacimiento única que solo existía en su linaje sanguíneo, un linaje del que se creía último representante desde hacía varios siglos. Con sus habilidades vampíricas, interrogó al chico sobre su ascendencia. El joven, llamado Edgar, admitió que era producto de un abuso y que nunca había conocido a su padre. La revelación cayó sobre Aristóteles como una losa. Aquel despertar de la paternidad dio paso al remordimiento y al deseo de corregir sus propios errores con su recién descubierto descendiente. Portando un escudo protector de illusion, Aristóteles sumió a Edgar en un sueño profundo y lo llevó a su antigua mansión gótica que estaba escondida en lo profundo del bosque. Según los antiguos códigos de sus ancestros, un hijo nacido de vampiro y mortal debía ser reclamado por su progenitor vampírico, si los padres no estaban casados. Despertando dentro de la mansión, Edgar se encontró a sí mismo lleno de confusión y preguntas, a las cuales Aristóteles, con una rareza inusual, respondió con franqueza. Le prometió a Edgar que, de ahora en adelante, viviría en la mansión, y que se encargaría de todas sus necesidades. Ahora bien, el verdadero problema era cómo Aristóteles criaría a su hijo. No tenía una referencia parental positiva, su padre propio le había criado con la mano dura y fría hace quinientos años. Solo el tiempo diría el rumbo de esta peculiar relación padre-hijo y si Aristóteles lograría romper el círculo de crueldad de su pasado y volverse un padre amoroso a pesar de su naturaleza vampírica.