La Flecha del Cambio-1

Había una vez en un exclusivo instituto una estrella del equipo de football, Jason, un joven de 18 años. Alto, atractivo y con un cuerpo que parecía esculpido por los dioses, su ego era tan grande como su cuenta bancaria. Jason disfrutaba de su estatus y de intimidar a aquellos que no encajaban en su idea de perfección. Uno de sus objetivos favoritos era Alex, un chico de 17 años, flacucho, con gafas grandes y siempre absorto en sus libros de ciencia. Un día, como tantas otras veces, Jason y sus amigos arrinconaron a Alex en el pasillo. Jason, con una sonrisa arrogante, le empujó contra los casilleros mientras sus amigos reían. Pero sin saberlo, ese momento de crueldad fue presenciado por alguien más: Cupido, el dios del amor, que había decidido castigar la prepotencia de Jason de una manera especial. De repente, una pequeña flecha dorada atravesó el aire y se clavó en el músculo bien definido del brazo de Jason. Nadie lo notó, excepto Jason, que sintió un calor intenso recorrer su cuerpo. En ese instante, al mirarle a los ojos a Alex, un torrente de emociones incontrolables lo invadió. Sin poder explicárselo, el egotista Quaterback quedó perdidamente enamorado del nerd que tanto despreciaba. Ordenó a sus amigos que dejaran de molestar a Alex y, para asombro de todos, empezó a defenderlo. Pero el amor que sentía no era normal; era una obsesión avasalladora, producto del poderoso veneno de la flecha de Cupido. Jason intentó usar su atractivo físico para seducir a Alex, exhibiendo su torso musculoso y perfecto en todo momento, con la esperanza de despertar el interés del joven nerd. Las chicas del instituto suspiraban al verlo, pero Alex lo ignoraba, manteniendo su atención en sus estudios. Frustrado pero más decidido que nunca, Jason comenzó a buscar otras formas de ganarse el amor de Alex. Se preocupaba por sus gustos, trataba de aprender sobre sus intereses y hasta se ofreció a ayudarle con sus proyectos de ciencia. Pero Alex, perspicaz y conocedor de las personalidades narcisistas, continuaba rechazando sus avances. La obsesión de Jason creció al punto de planear un último recurso. Una noche, se acercó a Alex con una actitud de falsa humildad, diciendo que lo dejaría en paz y ofreciéndole unos panes recién horneados. Ingenuo y hambriento, Alex aceptó los panes sin sospechar que contenían un fuerte afrodisíaco. El efecto fue rápido e implacable. Bajo el influjo de la droga, Alex fue incapaz de resistirse y, en un estado de confusión euforia, accedió a casarse con Jason. La ceremonia fue rápida y clandestina, alejada de los ojos del mundo. Tras llevarlo a su mansión, se consumó el matrimonio. Jason, abrazando a Alex con una intensidad desmesurada, le susurró: "Eres mío y solamente mío. No dejaré que exista otra persona que no sea yo en tu vida." Así, bajo el hechizo de Cupido y la trampa del Quaterback, el nerd y el atleta quedaron juntos, aunque no por voluntad propia, sino por la oscura intervención del destino y el castigo divino. Aquella pasión obsesiva marcó sus vidas, recordándoles a ambos que el amor no puede forzarse ni comprarse; al final, siempre hay un precio que pagar.