La Flecha del Cambio

Era un cálido día de otoño en el instituto Blue Ridge, donde el rugido del equipo de fútbol resonaba en todos los pasillos. El centro de atención siempre era Alex Hunter, el Quaterback icónico y galán de 18 años. Con su cuerpo esculpido, su carisma arrogante y una cuenta bancaria que parecía no tener fin, Alex era el rey indiscutible de la escuela. Sin embargo, su poder y atractivo venían con un lado oscuro: le gustaba atormentar a aquellos que consideraba inferiores. Mark Thompson, de 17 años, era uno de esos inferiores. Un adolescente delgado, de aspecto desaliñado y siempre con la nariz metida en un libro, Mark era el objetivo favorito de Alex y su pandilla. Un día, después de clase, Alex, junto a sus amigos, encontró a Mark en el estacionamiento y decidió pasar a la acción. Rodeado por el bullicio de sus risas crueles, Alex empujó a Mark contra el suelo. Mientras esto ocurría, una fuerza invisible observaba la escena con una mezcla de tristeza y justicia. Cupido, el dios del amor, observaba desde las sombras. Había visto suficiente; esta exhibición de prepotencia y crueldad necesitaba una lección. Con una precisión divina, disparó una de sus flechas doradas directamente hacia Alex, atravesando su corazón sin dejar rastro visible. Esta flecha no era común; estaba impregnada con el amor más obsesivo y posesivo imaginable. De inmediato, el corazón de Alex latió con una nueva intensidad. Miró a Mark, y por primera vez no vio debilidad ni motivo de burla; vio al ser más magnético y fascinante de su vida. Ordenó a sus amigos que se retiraran y que nunca más tocaran a Mark. Sus compañeros, sorprendidos pero obedientes, se alejaron. En los días siguientes, Alex intentó seducir a Mark. Se pavoneaba, mostrando sus músculos y su atlético cuerpo en cada oportunidad. Las chicas suspiraban a su paso, pero Mark permanecía indiferente. Sin embargo, la flecha de Cupido no dejaba espacio para la derrota. Alex estaba dispuesto a cualquier cosa para ganar el amor de Mark. Finalmente, Alex planeó su último golpe. Una noche, interceptó a Mark a la salida del laboratorio de ciencias. Con una sonrisa que pretendía ser cálida, le ofreció unos panes recién horneados. Mark, hambriento y confiado solo por la aparente sinceridad de Alex, aceptó los panes sin saber que estaban impregnados con un fuerte afrodisíaco. El efecto fue rápido y letal. Mark, envuelto en una nube de deseo incontenible, se rindió ante los encantos de Alex. En un arrebato de pasión y confusión, accedió a casarse con él. Alex, sutil pero decidido, llevó a Mark a su mansión, donde consumaron su apresurado matrimonio. Después del clímax de su unión, Alex abrazó a Mark con posesividad. "Eres mío", susurró al oído del nerd, "y solamente mío. No dejaré que exista otra persona que no sea yo en tu vida." Mark, atrapado entre la manipulación y el deseo inducido, miró al exterior de la ventana de la lujosa habitación, preguntándose cómo había llegado a ese punto. La respuesta se perdía entre los hilos del destino y el capricho de un dios vengador. Y así, Alex y Mark iniciaron una vida juntos, un cuento distorsionado por la venganza y el deseo, donde el amor se mezcla con la obsesión en una danza eterna y turbulenta.