"La danza oscura del amor y el poder: una traición en un plato de manzana"

En el tranquilo y aparentemente idílico pueblo de Storybrooke, las cosas nunca son lo que parecen. El Capitán Kilian Jones, conocido también como el Capitán Garfio, se había asentado en esta pequeña comunidad bajo una identidad diferente. Coincidiendo con la maldición lanzada por Regina, la Reina Malvada reconvertida en la autoritaria alcaldesa, Kilian había aprovechado la oportunidad para adoptar a un niño huérfano, Henry, y formó una familia, protegiendo celosamente a su hijo del destino que le aguardaba si Emma Swan rompía la maldición. Regina, la madrina de Henry, aseguraba que el plan que ambos habían tramado impediría a Emma Swan destruir lo que habían construido. Kilian, hábil en la seducción y la manipulación, se convirtió en la mano derecha de la alcaldesa, dispuesto a hacer lo necesario para mantener su vida intocable y su familia unida. Cuando Emma Swan llegó a Storybrooke y empezó a indagar en su misterioso pasado, Kilian vio una amenaza inminente a su unidad familiar. Desde el primer encuentro con Emma, supo que debía actuar rápido. Utilizando su encanto natural, logró ganarse la confianza de la joven y, siguiendo el maquiavélico plan de Regina, se dispuso a seducirla. Preparó una tarta de manzana, envenenada con un brebaje especial que también conocía Ethan, el alquimista de la alcaldesa. Kilian invitó a Emma a su hogar, presentándole el postre como un gesto de amistad. Emma, confiando en la aparente sinceridad de Kilian, probó la tarta sin sospechar la traición que se le avecinaba. Poco después, Emma empezó a sentir los efectos del veneno. Atontada y débil, miró a Kilian en busca de ayuda, pero lo que encontró fue una fría indiferencia en sus ojos. Con una voz sombría, Garfio le susurró: "Esto no te hubiera pasado si no te hubieras metido en mi camino para quitarme a mi hijo. Ahora, celebraré tu muerte con un buen ron". Despues Emma calló al suelo, su respiración se volvía más pesada y sus ojos comenzaron a cerrarse. Luchaba por entender cómo había sido tan ciega. Sin embargo, Kilian no mostró ni un rastro de remordimiento. Después de todo, los piratas tenían sus propios códigos y el suyo era simple: proteger lo que es suyo a toda costa, sin importar el precio. Con Emma ahora fuera del camino, Kilian tenía un único objetivo en mente: consolar a su hijo. Después de todo, Henry era su mayor tesoro, y no permitiría que nada ni nadie se interpusiera entre ellos. No había lugar para el arrepentimiento en el corazón endurecido del pirata. Se dirigió a la habitación de Henry, dispuesto a seguir con su vida, y Storybrooke seguía bajo la sombra de una maldición que parecía ser indestructible. La sonrisa satisfecha en el rostro de Regina lo confirmó: habían ganado esta batalla. Pero en Storybrooke, las historias rara vez terminan como uno espera, y la justicia, tarde o temprano, suele encontrar su camino.