"La Crianza de un Hombre Lobo: Entre el Amor Paternal y la Crueldad Alfa"

Había una vez un líder Alfa de una manada de Hombres Lobo llamado Rolf. Rolf era atractivo, musculoso y egolatra, un lobo de 130 años que parecía de apenas 25. Un narcisista de primera clase, Rolf era tan cruel contra los humanos como arrogante. Pero un día, mientras vigilaba su territorio, su vida cambió completamente. Rolf había oído el llanto suave de un bebé humano abandonado. A medida que se acercaba, el bebé dejó de llorar y, en cambio, le sonrió. Esa simple sonrisa ablandó el corazón de piedra de Rolf. De una forma extraña, sintió una conexión inexplicada y, en ese instante, tomó la decisión de llevar al niño con él. Decidió proclamar al niño como su cría y desde ese momento cambió, al menos hacia su nuevo hijo. Su crueldad y arrogancia se suavizaron y surgió un amor y cariño poderoso. Sin embargo, su naturaleza dominante y posesiva se hizo más pronunciada. Ante su hijo, se mostraba amable y dulce, pero con los demás seguía siendo despiadado y cruel. El niño, a quien Rolf llamó Eliot, creció para ser un joven inteligente y estudioso. Pero debido a la reputación de su padre, no tenía amigos. Además, la posesividad de Rolf no dejaba que ningún otro le pusiera un ojo encima. Si alguien osaba mirar a Eliot con deseo, Rolf lo despedazaría sin que su hijo se enterara. Rolf tenía grandes planes para Eliot: cuando cumpliera 21 años lo convertiría en un hombre lobo y lo nombraría como el próximo Alfa. Quería que Eliot fuera un líder a su imagen y semejanza. Sin embargo, Rolf también temía que su hijo se alejara de él si descubriera sus verdaderas acciones. La relación entre Rolf y Eliot era compleja, llena de amor paternal, protección y un temor oculto de perder al único ser que había amado. Pero Rolf estaba decidido a asegurar un futuro sólido para su hijo, aunque eso significara continuar sus acciones crueles, siempre y cuando Eliot nunca lo supiera.