Inverted Bodies: A Tale of Power and Vulnerability.

La mañana llegó con un rayo de sol que se coló entre las cortinas. Alex se despertó perezosamente, estiró sus brazos sobre su cabeza y bajó la mirada. Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio su propio abdomen tonificado, algo completamente ajeno a él. Parpadeó varias veces, se tiró un pellizco en el brazo y notó la musculatura firme a través de la piel. No estaba soñando. ¿Cómo podía estar en el cuerpo de Brad, su bully? Mirando a su lado, vio a Madison, la novia de Brad, todavía durmiendo. Su corazón palpita acelerado, señal de que la confusión lo invadía. Nunca había estado en una situación así, menos aún con una chica al lado. Se pasó una mano por el cabello, ahora corto y perfectamente peinado, totalmente diferente a su habitual melena desarreglada y grasienta. Trató de levantarse lentamente para no despertar a Madison. Sus pies tocaron el suelo con seguridad, casi como si fueran los de otra persona. A pocos pasos se detuvo y se miró en el espejo colgado en la pared. Allí estaba Brad, con su mirada arrogante, pero dentro, Alex sabía que era él quien controlaba ese cuerpo. Tímidamente, levantó los brazos y comenzó a flexionar. Admiró los músculos, el pecho marcado, los biceps grandes y firmes. "Maldición," murmuró para sí mismo. "Esto no puede ser real." Intentó calmarse, recordando sus estudios sobre anomalías físicas y fenómenos psicológicos, pero esto superaba ampliamente cualquier conocimiento que tuviera. Entonces, una voz desde abajo lo sacó de sus pensamientos. "¿Brad? ¿Qué haces de pie tan temprano?", preguntó Madison con los ojos apenas abiertos. "Eh... nada. Solo estirándome un poco," improvisó Alex, tratando de sonar como Brad y no delatarse. Madison sonrió perezosamente antes de volverse a acurrucar bajo las sábanas. Alex salió con cuidado del dormitorio, atravesando el extravagante apartamento de Brad. Llegó al baño y cerró la puerta con cuidado antes de sentarse en el inodoro, intentando concentrarse. Necesitaba encontrar una forma de solucionar esto, pero antes, debía asegurarse de que Brad no estuviera destruyendo su vida en su cuerpo. Se dirigió rápidamente hacia su propia casa y, al llegar, vio a su madre preparando el desayuno. Ella no lo reconoció, claro está, pero Alex saludó fingiendo confianza. Subió corriendo a su habitación y se encontró con su propio cuerpo, dormido en su vieja cama. Alex se arrodilló al lado y zarandeó a Brad para despertarlo. El matón se levantó sobresaltado y, al verse a sí mismo desde otra perspectiva, soltó un grito de horror. "¡¿Qué diablos está pasando?!" exclamó Brad, mirando sus manos regordetas y su vientre prominente. "Tranquilo. Soy yo, Alex", dijo el nerd adoptando un tono más seguro. "No entiendo cómo sucedió esto, pero ahora las cosas cambiaron." Los ojos de Brad se abrieron como platos al darse cuenta. Sus labios temblaron, incapaz de esconder su terror. "¡Devuélveme mi cuerpo!" Alex se inclinó hacia él con una sonrisa que nunca había usado antes. "No puedo hacer eso, Brad. Pero te diré lo que siempre he deseado. Siempre deseé que pudieras entender lo que es vivir mi vida, ser menos de lo que dices ser, con todos burlándose de ti." Brad intentó atacar a Alex, pero su nuevo cuerpo no respondió igual. Alex lo empujó con facilidad y mantuvo su ventaja. "Escúchame bien. Ahora yo soy tú. Y si quieres que tu vida no se arruine, tendrás que hacer lo que diga." Brad tembló, comprendiendo su nueva realidad. Alex continuó, "Voy a dejar a Madison respetuosamente. Le diré que nuestra relación secreta era un escudo para ocultar que tú y yo estábamos juntos, y que te trataba así para no levantar sospechas." El terror en los ojos de Brad se transformó en resignación cuando se dio cuenta de que no tenía salida. Alex lo sostuvo entonces por los hombros y, con voz firme, concluyó, "Ahora eres mi novio, Brad, y vivirás conmigo." Los próximos días transformaron la vida de ambos. Alex tuvo que aprender a mantener la fachada de Brad en la sociedad superficial que rodeaba al matón, mientras Brad se enfrentaba a la crueldad y marginación que tanto infligía a otros. Lentamente, Alex y Brad empezaron a negociar su nueva realidad, creando un equilibrio inesperado. En el proceso, Brad aprendió el valor de la empatía y la comprensión, y Alex descubrió una confianza en sí mismo que nunca había conocido. Así, no solo cambiaron sus cuerpos, sino también sus almas, marcando un antes y un después en sus vidas.