In the Shadow of Narcissism: The Story of a Forgotten Son

Había una vez en una ciudad moderna y bulliciosa, un joven de 16 años llamado Lucas. Lucas no era como los demás chicos de su edad; era un joven de buenos sentimientos, estudioso y algo débil físicamente. Era el tipo de chico al que te referirías como un "nerd", alguien que prefería perderse en las páginas de un libro o pasar horas creando proyectos científicos en lugar de practicar deportes o salir de fiesta. Lucas vivía con su padre, Antonio, un famoso actor y modelo de 32 años. Antonio era todo lo que Lucas no era: atractivo, musculoso y narcisista. A menudo, las personas que veían a Antonio no podían creer que tuviera un hijo mayor, y mucho menos uno como Lucas. Antonio llegó a la fama y acaparó la atención de todos, pero esta seducción de la fama lo llevó por un camino oscuro y egoísta. Cuando era más joven, Antonio adoraba a Lucas. La madre de Lucas los había abandonado cuando Lucas era apenas un bebé. Antonio, en aquel entonces, se esforzó por salir adelante solo para que su hijo tuviera todo lo que necesitaba. Trabajó incansablemente y, con el tiempo, alcanzó el éxito en el mundo del espectáculo. Pero la fama, la vanidad y la lujuria comenzaron a corromper la bondad que alguna vez lo movió. Con cada éxito, se perdía más en su propio narcisismo, olvidando al niño que alguna vez había sido su mundo. La vida de Lucas en la preparatoria era un infierno. A diario, su padre lo despreciaba. Cada mañana, antes de ir al trabajo, Antonio le decía cruelmente: "Eres un estorbo, desearía que nunca hubieras nacido". Lucas soportaba estos abusos verbales en silencio, buscando refugio en sus libros y sueños de un futuro mejor. Todo cambió un fatídico día cuando una de las examantes de Antonio, herida por el desprecio y el juego con sus sentimientos, decidió vengarse. Mandó a unos hombres armados a la casa de Antonio. En el momento crítico, Lucas, sin pensarlo dos veces, se interpuso entre su padre y una bala, salvándole la vida. Ante esa valentía, Antonio se dio cuenta de todo el dolor que le había causado a su hijo. Cayó de rodillas, arrepentido, y suplicó el perdón de Lucas. En un acto de magnanimidad que solo un corazón puro podría ofrecer, Lucas lo perdonó. Comenzaron a reconstruir su relación, pero la redención no es una senda fácil de recorrer. El profundo narcisismo y egoísmo de Antonio transformaron su amor por Lucas en algo tóxico y obsesivo. Los celos y la necesidad de poseer a su hijo comenzaron a consumir a Antonio. No podía tolerar la idea de que alguien más tuviera un lugar en el corazón de Lucas. Su obsesión se volvió violenta, y cada vez que algún pretendiente se acercaba a Lucas, Antonio actuaba. Con el tiempo, su ira y celos lo llevaron a asesinar a aquellos que se atrevieran a mostrar interés en su hijo. Cada vez que cometía uno de estos crímenes, Antonio sostenía una foto de Lucas y decía sombríamente: "Otro estorbo que eliminé. El estorbo no entendió que debía alejarse de ti, hijo. Eres mío y solo mío". La arrogancia y posesividad de Antonio crecían sin límites, consumiéndolo por completo. Lucas, inconsciente del total alcance de los actos de su padre, comenzaba a notar algo extraño y oscuro que se desarrollaba a su alrededor. Los seguimientos, los desaparecidos, las constantes vigilias de su padre se convirtieron en algo más que inquietantes. La tragedia final era inevitable. Una noche, mientras Lucas intentaba entender el abismo de oscuridad al que su padre había caído, se toparon. Los ojos de Antonio ya no reflejaban al hombre arrepentido que había querido cambiar; estaban llenos de una locura nublada por el amor tóxico y el miedo a la pérdida. Lucas, quien había amado y perdonado a su padre a pesar de todo, entendió entonces que debía salvarse. Salvación que significaba escaparse del oscuro manto bajo el cual su padre lo retuvo. Y así, en una fusión de horror y tristeza, Lucas decidió dejar atrás todo lo que sabía y hacía un nuevo camino lejos, mientras Antonio, perdido en su propia trampa, se enfrentó a las consecuencias ineludibles de sus acciones. A veces, el amor que no se sana adecuadamente puede convertirse en una prisión. Para Lucas, el verdadero acto de amor propio fue liberarse de esa prisión y comenzar de nuevo, reconstruyendo su vida muy lejos de la sombra de su padre.