Forbidden Bonds: Un amor entre el príncipe orgulloso y el nerd de otro mundo

En una tranquila tarde en la Tierra, un joven nerd de 17 años, llamado Kevin, estaba devorando una barra de chocolate extraño que había encontrado en una vieja tienda de antigüedades. Lo que Kevin no sabía era que ese chocolate estaba encantado. Según decía la leyenda, al comerlo y ver la primera persona, el consumidor se enamoraría perdidamente de ella. Por un giro del destino, el príncipe de los Saiyayin, Vegeta, se encontraba observando la Tierra desde su nave espacial en ese momento y sus ojos se cruzaron con los de Kevin a través de la pantalla. Al instante, el fuerte Saiyajin sintió algo que nunca antes había experimentado, estaba enamorado, y el objeto de su afecto era un debilucho humano. Al principio, Vegeta intentó resistirse a ese sentimiento. Su orgullo y su naturaleza narcisista luchaban con ese nuevo y desconocido ardor que sentía por Kevin. En un intento por eliminar ese sentimiento, Vegeta decidió usar su magnífico físico para seducir al joven, ya que era consciente de que su espectacular cuerpo había logrado conquistar a muchas antes. Pero esta vez fue diferente. Por estar acostumbrado a las historias de cómics y videojuegos, Kevin no se sintió impresionado por la demostración de poder y belleza física de Vegeta. Más bien, estaba fascinado por la complejidad y las peculiaridades del príncipe Saiyayin. Esto despertó una especie de celos y posesividad en Vegeta, que decidió conquistar a Kevin usando algo más que su apariencia. Empezó a acercarse a Kevin como un amigo, entendiendo sus gustos, compartiendo sus intereses y pasando tiempo con él. Con sutilidad y paciencia, Vegeta se ganó el cariño de Kevin, y finalmente, su amor. Pero ese encanto del chocolate tenía un efecto secundario. A medida que pasaba el tiempo, los celos y la posesividad de Vegeta iban en aumento, algo realmente peligroso considerando la naturaleza belicosa de los Saiyayin. Esto resultó en una obsesión tan fuerte que decidió casarse con Kevin y vivir con él para protegerlo y tenerlo siempre a su lado. Y así fue como el príncipe Saiyayin, Vegeta, conquistó el corazón de un humano común y corriente, no a través de la exhibición de su poder, sino con la constancia y el respeto.