Flecha de Cupido: Cambio de Corazón

Había una vez, en una prestigiosa escuela secundaria, un Quaterback llamado Alex. Con solo 18 años, Alex ya era conocido por su atractivo físico y su carisma arrollador. Alto, musculoso y con una sonrisa que podía derretir corazones, Alex también tenía una fortuna familiar que lo hacía intocable. Sin embargo, era conocido por su arrogancia y egocentrismo, comportamientos que lo alejaban de los verdaderos valores. En el otro extremo del espectro escolar estaba Leo, un nerd de 17 años. Leo era inteligente, reservado y físicamente frágil, características que lo convertían en el blanco perfecto de Alex y su grupo de amigos. Día tras día, Leo soportaba las humillaciones y las agresiones, hasta que un fatídico día todo cambió. Aquella tarde, mientras Alex y su grupo se divertían molestando a Leo en el campo de deportes, una figura etérea y alada los observaba desde las sombras: era Cupido. Harto de la prepotencia y crueldad de Alex, decidió intervenir lanzando una de sus flechas mágicas directamente al corazón del Quaterback. Esta flecha no era una flecha de amor común; estaba destinada a generar un amor obsesivo y posesivo. Alex, de inmediato, sintió una ola de emociones contradictorias cuando vio a Leo. El desprecio se transformó en una atracción intensa y, a la vez, enfermiza. Sorprendiendo a todos, especialmente a sus amigos, ordenó que dejaran de molestar a Leo. Su única misión ahora era conquistar a aquel chico que había sido su víctima hasta unos minutos antes. Primero, Alex intentó seducir a Leo con su físico. Se aseguraba de pasar sin camiseta frente a él, mostrando sus esculpidos músculos, con la esperanza de que Leo cediera ante sus encantos, pero Leo, consciente o inconscientemente, permanecía indiferente. Esto solo hacía que la obsesión de Alex se intensificara. Desesperado, Alex comenzó a hacer cualquier cosa para ganarse el afecto de Leo. Le ofrecía ayuda en sus deberes, lo protegía de otros matones y le compraba costosos regalos. A pesar de estos esfuerzos, Leo seguía sin corresponderle, lo que alimentó aún más la desesperada obsesión de Alex. Entonces, Alex ideó un último y siniestro plan. Una noche, se acercó a Leo con una expresión aparentemente arrepentida y una canasta de panes recién sacados del horno. Le dijo que se disculpaba y que lo dejaría en paz. Leo, un poco sorprendido pero también aliviado, aceptó el regalo. Desconocido para Leo, los panes habían sido impregnados con un fuerte afrodisíaco. Al consumirlos, Leo no pudo controlar sus emociones y perdió el control sobre sus acciones. Bajo el influjo del afrodisíaco, Leo aceptó casarse con Alex y fue llevado a la lujosa mansión del Quaterback. Allí, consumaron su matrimonio con relaciones sexuales, con Leo aún bajo el efecto de la sustancia. Finalmente, en la tranquilidad de la noche, Alex abrazó a Leo y, con una voz posesiva y llena de amor obsesivo, le susurró al oído, "Eres mío y solamente mío. No dejaré que exista otra persona en tu vida que no sea yo." Leo, atrapado en una relación nacida del capricho y la magia, se enfrentaba a un futuro incierto al lado de Alex, cuyo castigo no solo había transformado su vida sino que había atado al nerd con las cadenas de un amor forzado y desequilibrado. En el silencio de esa mansión, una lección clara brillaba: la prepotencia y el abuso siempre tienen consecuencias inesperadas.