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Question: Escribe una historia en la que un hombre atractivo, musculoso,egolatra y narcisista de 30 años, que toda su vida desprecio a su unico hijo de 15 años por ser segun el debil, insignificante, un nerd y no ser tan agraciado.La vida le cobra haciendo que el joven tenga un accidente de transito que ocasiona que caiga en coma. Los medicos desean desconectarlo pero el imponente hombre por primera vez no lo permite,el arrepentimiento y la culpa lo carcomen sin importar gastar dinero contrata a una enfermera y todos los aparatos para atenderlo en casa. La vida le cobro caro el daño que le hizo a su propio hijo.Pasaron muchos meses y el joven desperto a pesar de ver cambios positivos en su padre, las autoridades al ser notificadas que el joven sufrio maltrato infantil intervinieron y decidieron que el joven ya no podia vivir en un hogar asi.El hombre nunca permitiria que le quitaran a su hijo, siendo informado por algunos policias comprados por su dinero lo que las autoridades pensaban hacer dijo: primero muerto que permitir que me quiten a mi hijo el es mio y solamente mio. Decidio huir del pais con el joven con otra identidad y con toda su fortuna. El imponente hombre habia asesinado a los policias que habia comprado cuando supo que lo habian traicionado. Este hombre tan imponente no le importaria matar con tal de no perder nunca a su hijo.
En una opulenta mansión en las colinas de una próspera ciudad vivía un hombre que era la personificación del narcisismo y la vanidad. Enrique Pérez, un hombre de 30 años, era conocido por su atractivo físico y su musculatura, que contrastaban drásticamente con su despreciable carácter. Desde que tenía memoria, Enrique había despreciado a su único hijo, Daniel, un joven de 15 años que era todo lo contrario a su padre. Daniel era delgado, intelectual, y apasionado por la lectura, un verdadero nerd que no encajaba en el mundo superficial y vanidoso de Enrique. Enrique no dudaba en burlarse de Daniel por su apariencia y sus intereses. "Eres débil e insignificante", le repetía una y otra vez, tratando de forjar en él una imagen de lo que él consideraba un "hombre de verdad". Daniel, aunque herido, encontró en sus libros y su inteligencia un refugio para escapar del desprecio constante de su padre. La vida, con su peculiar sentido de la justicia, tenía preparado un amargo castigo para Enrique. Una noche lluviosa, Daniel tuvo un terrible accidente de tránsito que lo dejó en coma. Para el orgulloso Enrique, fue un golpe que derribó los muros de su rigidez. Los médicos fueron claros: "No creemos que haya posibilidades de recuperación". Pero por primera vez en su vida, Enrique sintió el peso del arrepentimiento y la culpa. Decidió que no permitiría que desconectaran a su hijo. Costara lo que costara, Enrique se comprometió a darle a Daniel las mejores atenciones médicas en casa. Contrató a una enfermera, compró los mejores aparatos disponibles y convirtió su mansión en una unidad de cuidados intensivos personal. Pasaron meses, y contra todo pronóstico, Daniel despertó. Enrique se había convertido en un hombre diferente. Su arrogancia había sido reemplazada por una profunda necesidad de redención. Aunque comenzaba a ver el amor y el arrepentimiento en los ojos de su padre, Daniel no podía olvidar el pasado de abusos. Las autoridades, al ser notificadas del accidente y el historial de maltrato infantil, decidieron intervenir. Los Servicios de Protección al Menor determinaron que Daniel no podía seguir viviendo en un hogar tan tóxico. Enrique, enfrentado con la posibilidad de perder a su hijo, experimentó un brote de desesperación y determinación que dejó de manifiesto hasta dónde estaba dispuesto a llegar. "Primero muerto que permitir que me quiten a mi hijo. Es mío y solamente mío", declaró Enrique con absoluta resolución. Hizo arreglos para obtener identidades falsas y planeó escapar del país con Daniel y su fortuna. Movió sus influencias, sobornó a algunos policías corruptos, y cuando descubrió que esos mismos agentes lo habían traicionado, no dudó en eliminarlos con frialdad. El día de la fuga fue un torbellino de nervios y planificación. Enrique y Daniel, ahora con identidades falsas, abordaron un vuelo privado rumbo a un país con la promesa de un reinicio. La nueva vida que les esperaba estaba teñida con la sangre y los crímenes del pasado, pero para Enrique, lo único que importaba era tener a su hijo a su lado. A pesar de la monstruosidad de sus acciones, la esperanza de una segunda oportunidad de redimirse para Daniel latía en su corazón. Enrique Pérez había pagado un precio muy alto por su soberbia, pero en su desesperada y malograda búsqueda de redención, había llegado a comprender lo que realmente significaba amar a su hijo.
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