**Entre Juegos y Verdades: La Historia de Un Entrenador y Su Inesperado Heredero**

En el exclusivo instituto Silver Valley, donde solo los hijos de las familias más acaudaladas tenían acceso, se encontraba un entrenador deportivo que no pasaba desapercibido. Apolo Rodríguez era un hombre imponente de 30 años. Musculoso, atractivo, pero con una personalidad ególatra y narcisista. Apolo había sido exalumno de esa misma preparatoria, y ahora, como profesor, disfrutaba intimidar y ser un bully con los estudiantes nerds y becados. Su víctima favorita era un joven becado llamado Ethan García. Ethan, un nerd de 14 años hijo de una madre soltera, sufría diariamente las humillaciones de Apolo. Nadie imaginaba que ambos compartían algo más que un aula: el lazo de sangre. Apolo desconocía que Ethan era fruto de una relación que había tenido en su juventud, cuando jugó con los sentimientos de Ana, la madre del joven, dejándola sin saber que estaba embarazada. Ana, gravemente enferma, le confesó a Ethan en su lecho de muerte que su padre era el mismo hombre que ahora lo humillaba. Esto encendió un fuego en el corazón de Ethan, quien decidió que haría justicia por su madre. En sus últimas horas, Ana escribió una carta dirigida a Apolo, que Ethan guardó como un tesoro. Días después del fallecimiento de Ana, Ethan presentó una demanda de manutención y custodia contra Apolo. Cuando el entrenador supo de esto, estalló en carcajadas y, lleno de arrogancia, le dijo a Ethan que nunca sería el padre de alguien tan insignificante. Ethan, con una firmeza inusual, respondió: "Hagamos una prueba de ADN. Si resulta positiva, nunca diré a nadie que usted es mi padre a cambio de la manutención y custodia. Usted puede seguir con su vida y no mencionará nada sobre mí". Apolo, seguro de su inmunidad, aceptó. Para su sorpresa, la prueba resultó positiva. Con la custodia concedida, Ethan se mudó a la mansión del entrenador. La primera convivencia fue tensa y complicada. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse al margen, Apolo comenzó a sentir un inesperado cariño por el joven. Era difícil admitirlo, y más aún cuando Ethan encontraba en el profesor de ciencias, el señor Martínez, una figura paternal. Los celos de Apolo llegaron al extremo cuando, un día, abordó a Martínez y le exigió que se mantuviera alejado de su hijo. Martínez, con calma, le respondió: "¿Qué hijo? Usted lo humilla en las clases junto a los otros jugadores. Primero acérquese a su hijo antes de enfrentarse a mí". Aquello hirió el orgullo de Apolo, quien juró que destruiría a Martínez y recuperaría a su hijo. Con el tiempo, Apolo hizo de todo para ganar el afecto de Ethan. Finalmente, no solo aceptó públicamente que Ethan era su hijo, sino que incluso le dio su apellido. Apolo estaba dispuesto a cualquier cosa para que Ethan lo llamara "papá". Sin embargo, su naturaleza egocéntrica y narcisista no le permitió detenerse allí. Quería que Ethan se pareciera a él en todo. Le cambió los lentes por contactos, compró ropa elegante y deportiva, le enseñó a conducir, y lo llevó a su gimnasio personal para practicar sus rutinas. Apolo también intentó inculcar en Ethan su forma de tratar a los "inferiores" como nerds y becados. Un día, en medio de una sesión de entrenamiento, Ethan alzó la voz: "Papá, te recuerdo que yo soy becado y nerd, y estoy orgulloso de ello". Apolo, sin inmutarse, respondió: "Ya no eres becado. Me aseguré de pagar toda tu educación. No permitiré que mi hijo sea un becado. Y en cuanto a tu personalidad nerd, eso también cambiará. Eres mi hijo, mi heredero, y te haré a mi imagen y semejanza. Todo lo hago por nosotros, hijo". Ethan sintió un nudo en el estómago, pero mientras Apolo se alejaba, decidió que no importaba cuántos cambios externos ocurrieran, él siempre llevaría en su corazón el recuerdo y los valores de su madre. En silencio, juró que encontraría una manera de ser él mismo, sin importar las imposiciones de su padre.