El Vínculo de Sangre: La Venganza de un Vampiro y la Búsqueda de la Verdad

En una noche plagada de sombras y lúgubres susurros, un vampiro de apariencia engañosamente atractiva y arrogante pesaba sobre su corazón una oscuridad fría y mortal. Este vampiro, llamado Demetrius, con frescura aparente de 25 años, ocultaba siglos de maldad y astucia. Su orgullo descomunal y su narcisismo fronterizo lo habían llevado a un callejón lleno de resentimientos y venganza. Su corazón inmortal había caído preso de una mujer de indefinible belleza con la que habría jurado pasar la eternidad, de no ser porque ella eligió a un mortal para compartir su vida. En su enfado y rabia desatada, Demetrius decidió cortar con el vínculo más sagrado que la pareja tenía: su recién nacido hijo. En una noche de luna llena, tomó al niño de su cuna sin despertarlo y se perdió en la oscuridad. Su intención inicial era deshacerse del inocente para desgarrar aún más el corazón de la mujer amada, pero al mirar los ojos inocentes del pequeño, algo cambió en él. Decidió entonces que, en lugar de deshacerse del niño, lo criaría como su propio hijo. Una venganza no menos cruel: privar a la pareja de presenciar el crecimiento de su hijo era una tortura tan dolorosa como cualquier otra. Demetrius fue amable y amoroso solo con el niño, a quien llamó Elias. Se volvió posesivo y sobreprotector con él, temiendo quedarse solo. En el fondo, el inmortal sabía que esta conexión con Elias era la única que lo mantenía aferrado a algo parecido a la humanidad. Con el paso de los años, la pareja no dejó de buscar a su hijo. Siempre que estaban cerca de hallarlo, Demetrius y Elias desaparecían, cambiando su hogar y sigilosamente burlándose de su búsqueda. Elias creció hasta convertirse en un joven de 17 años, inteligente y curioso. Un día, en una coincidencia del destino, conoció a sus verdaderos padres quienes resultaron ser sus maestros. Pero antes de que el secreto de su origen pudiera ser revelado, Demetrius, al verse amenazado, asesinó a la pareja. Elias, destrozado por la pérdida de sus padres y la traición de Demetrius, juró vengarse. Había perdido a sus padres mortales, pero se negó a perder también a su padre inmortal. Demetrius ahora tenía frente a él a Elias, la viva imagen de su fuerza, determinación e indomable espíritu, dispuesto a luchar por un amor que parecía no querer desvanecerse, aún a pesar de la oscuridad en la que se encontraba inmersa su historia.