El Rey Vampiro: Una Relación Paternal Inesperada

En una noche eternamente oscura y bajo el brillo melancólico de la luna, un vampiro musculoso y atractivo caminaba arrogante por las calles de la ciudad. Se llamaba Anton, era el rey de todos los vampiros, cuyo deslumbrante exterior humano aparentaba treinta años pero en realidad contaba con una edad de quinientos años. Una noche, Anton, se encontró con un chico feo y nerd de 16 años llamado Gilbert durante su búsqueda de una presa fresca. Cuando se dispuso a morder al joven, notó un lunar familiar en su rostro. La sorpresa lo aturdió. Ese lunar era la marca de la familia de Anton, una que sólo él poseía en ese momento. Decidió indagar más profundamente y utilizando sus poderes vampíricos, obligó a Gilbert a revelar su historia. Gilbert le confesó que nunca había conocido a su padre, que su madre fue víctima de un abuso, un relato que hizo reconocer a Anton con una sacudida de consternación que el chico nerd que tenía delante era su hijo. Anton, consumido por la culpa, decidió reconocer a Gilbert como su hijo y empezó a reparar el daño causado. Anton llevó a su hijo a su majestuosa mansión y optó por educarlo exactamente como su propio padre lo había hecho cinco siglos antes. Él insistía en lecciones de equitación, protocolo de alta sociedad, entrenamiento de espada y cómo ser un líder natural. Aunque Gilbert reveló su deseo de ser abogado y señaló que tenía ofertas de las mejores universidades del país debido a sus excelentes calificaciones, Anton rechazó la idea. Aseguró a su hijo que su lugar pertenecía a la realeza, no a un simple trabajo humano. Al principio, Gilbert aceptó las enseñanzas de su padre, pero un día le instó a su padre a que le permitiera terminar los estudios en su escuela secundaria. Argumentó que su ausencia prolongada podría atraer atención innecesaria de las autoridades, Anton, aunque a regañadientes, accedió a su petición. A medida que pasaba el tiempo, Anton se volvía más posesivo, protector y controlador con su hijo. La perspectiva de perder a Gilbert, su único vínculo emocional, lo convertía en un padre celoso. Cada vez que veía a alguien mirar a su hijo con deseo o amor, su ira rebelaba el feroz monstruo dentro de él. Si eran vampiros, Anton los castigaba cruelmente sin que Gilbert lo supiera. Si eran humanos, les advertía que se mantuvieran alejados o enfrentaran su furia. La vida de Gilbert cambió abruptamente, ahora debía lidiar con un padre vampiro narcisista, egolatra y controlador, a la vez que trataba de seguir siendo un simple estudiante nerd, todo mientras empezaba a comprender que era parte de la realeza de las criaturas de la noche. La historia de Anton y Gilbert es una de reconciliación, crecimiento y aceptación de su extraña relación. A través de sus dificultades y los oscuros secretos de su pasado, ambos estaban destinados a construir una relación de padre e hijo, aunque fuera en las más inusuales de las circunstancias.