El Redentor en la Oscuridad: Transformación de Christian de la Campa

Hace mucho tiempo, en una lujosa mansión en la cima de una colina, vivía Christian de la Campa, un actor y modelo famoso conocido no solo por su físico impresionante y su carisma arrollador, sino también por su ego desmesurado y su narcisismo. Tenía todo lo que deseaba: una carrera envidiable, un cuerpo perfecto y un sinfín de mujeres a su disposición. Sin embargo, había un secreto que ocultaba con celosa vergüenza: un hijo llamado Lucas. Lucas era la antítesis de su padre. Era un joven noble, débil, y con un amor insaciable por el conocimiento. Mientras Christian desfilaba por alfombras rojas y rodajes, Lucas pasaba sus días perdido entre libros y fantasías de un mundo mejor. Christian lo negaba constantemente, lo golpeaba y humillaba, y prefería hacerlo pasar como su ahijado para mantener su impoluta imagen pública. Una noche, después de uno de sus continuos encuentros íntimos, Christian se topó con una mujer diferente a las demás. Sus ojos centelleaban con un brillo inhumano, y sus colmillos relucieron en la penumbra. Era una vampiresa, y por pura sed lo mordió, convirtiéndolo en uno de los suyos. Esa transformación cambió a Christian de forma irreversible. Ya no veía a los humanos como iguales, sino como presas y entretenimiento. No tardó en iniciar sus cacerías nocturnas, dejando tras de sí una estela de mujeres muertas con marcas de mordida en el cuello. Lucas pronto notó los cambios radicales en su padre y las noticias de las muertes atroces. Decidido a descubrir la verdad, siguió a Christian en una de sus cacerías. Lo que Lucas vio lo horrorizó: su padre estaba a punto de asesinar a una mujer inocente. Sin pensarlo dos veces, salió de su escondite, distrayendo a Christian y permitiendo a la mujer escapar. Christian, furioso, se lanzó sobre su hijo, preparándose para morderlo. Pero en el instante en que el aroma de la sangre de Lucas le llegó y escuchó la palabra "papá," algo dentro de él se resquebrajó. El lado vampiro de Christian reconoció a Lucas como su heredero, dándole un momento de claridad. Lucas, viendo la sed en los ojos de su padre, se cortó la mano y le ofreció su propia sangre. Mientras Christian bebía, las lágrimas brotaron de sus ojos. "Me convertí en un monstruo," murmuró entre sollozos. "¿Por qué no huyes de mí después de todo el daño que te he hecho?" Lucas, con una mirada llena de amor y compasión, respondió: "A pesar de todo, eres mi padre. Tú no eres un monstruo. Saldremos adelante, nos tenemos el uno al otro." Desde ese momento, la relación entre Christian y Lucas cambió drásticamente. Christian comenzó a pasar tiempo con su hijo, valorando las cualidades de Lucas que antes despreciaba. Días después, la mujer que había sobrevivido al ataque de Christian lo denunció. Cuando Christian supo que querían cazarlo, encerrarlo y quitarle a su preciado hijo, decidió huir con Lucas. Aunque su instinto era matar a esos mortales, Lucas lo convenció de que no quería ver más muertes. Ambos escaparon a una de las propiedades remotas de Christian, refugiándose del mundo que los perseguía. Con el tiempo, formaron un vínculo inquebrantable, aunque Christian temía la soledad que inevitablemente llegaría con el paso de los años. Esa posibilidad le aterrorizaba hasta tal punto que, en un acto de desesperación, decidió morder a su amado hijo, compartiendo con él la maldición y la eternidad. Así, padre e hijo comenzaron una nueva vida, marcada por la oscuridad y el anhelo de redención. A pesar de la naturaleza de su existencia, encontraron en su mutua compañía un rayo de luz que les permitía enfrentar el vasto y eterno abismo del tiempo juntos.