**El Precio del Desprecio: Un Corazón Destrozado**

Había una vez un joven llamado Max, un chico de 16 años que llevaba lentes de montura gruesa y vestía con ropa holgada, a menudo escondiéndose en las sombras de los pasillos de su preparatoria. Max era conocido por sus habilidades en la tecnología y su pasión por la ciencia ficción, pero también era el blanco de burlas y abusos, particularmente de una persona que debería haber sido su protector: su padre, Nick Walker. Nick Walker, de 30 años, era el entrenador de gimnasio de la escuela, un físico culturista egocéntrico y narcisista que despreciaba a su propio hijo. Nunca había aceptado que alguien tan débil pudiera llevar su sangre y, en lugar de apoyarlo, Nick se complacía en humillar a Max, tanto dentro como fuera de las canchas deportivas. Los jugadores de fútbol americano, inspirados por la crueldad de su entrenador, también se unían al acoso, aumentando la miseria del joven. Max sufría en silencio, pero su condición cardíaca, que era desconocida para muchos, incluía a su propio padre. Con el corazón debilitado, la situación empeoró cuando Nick encontró una nueva manera de herir a su hijo. Max estaba enamorado de una chica de 17 años llamada Emma, una joven cálida y amable, o al menos eso pensaba él. Nick, quien sabía de los sentimientos de Max, vio una oportunidad para una crueldad aún mayor. Emma había mostrado interés en tener una cita con Nick, y este, en su omnipotente arrogancia, le propuso un trato perverso. A cambio de la cita y una relación, Emma debía fingir estar enamorada de Max durante tres meses. Sin saber el verdadero daño que causaría, Emma aceptó. Durante tres meses, Max vivió en un mundo de sueños mientras Emma jugaba con sus sentimientos. Pero un día, la realidad golpeó brutalmente. Max escuchó ruidos provenientes de la oficina del gimnasio y, movido por la curiosidad, se acercó para descubrir algo que le rompería el corazón. Vio a su padre y a Emma en un encuentro íntimo. La traición fue demasiado para él. Nick, con su habitual crueldad, no perdió la oportunidad de destrozar aún más a su hijo. "¿Creíste que alguien como ella estaría con un perdedor como tú?", le dijo, con una sonrisa de desprecio en su rostro. Esas palabras fueron el golpe final. Max sufrió un fuerte infarto y cayó al suelo. El horror se pintó en el rostro de Nick al ver a su hijo inmóvil. Por primera vez, comprendió que algo verdaderamente grave había sucedido. Llevó a Max al hospital, donde los médicos le informaron que el corazón del joven estaba en condiciones críticas. Max fue llevado a cuidados intensivos, y, por primera vez en su vida, Nick sintió una profunda culpa y remordimientos. Entró a la habitación de Max y, al verlo tan frágil, todo su mundo se derrumbó. Las lágrimas corrían por su rostro mientras se sentaba junto a la cama. Max, con voz débil, lo miró y dijo: "Sé que moriré muy pronto. Acepto mi destino. Tú me hiciste mucho daño, pero no me quiero ir sintiendo odio. Te perdono, Nick Walker". Con esas palabras, Max cerró los ojos por última vez. Nick gritó con dolor, abrazando el cuerpo sin vida de su hijo. Fue en ese momento que el karma cobró su deuda, arrebatándole lo único valioso que tenía. La noticia de lo ocurrido se difundió rápidamente. Nick fue despedido de la preparatoria por el daño causado a Max y, con el tiempo, nadie quiso contratar a un hombre cuya reputación estaba manchada por un pasado tan cruel. Profundamente afectado, Nick perdió la razón. En su mente rota, Max aún estaba vivo, y juntos realizaban actividades como cualquier padre e hijo. Pero fuera de su delirio, Nick vivía solo, con el dolor y la culpa como sus únicos compañeros. Así, el karma cumplió su función implacable, dejando a Nick Walker a merced de la soledad y la locura, recordándole eternamente el precio de sus acciones.