**El Precio del Amor: La Historia de un Joven Visionario en un Mundo de Maldad**

Era un día nublado cuando Marcos, un joven de 14 años, se dirigía a su refugio habitual en la biblioteca del vecindario. Mientras pasaba por las estanterías llenas de libros, sus dedos rozaban los lomos, buscando uno nuevo que captar su atención. Marcos no destacaba por su físico: su frágil figura, gafas grandes y cabello desordenado muchas veces se convertían en motivo de burla por parte de sus hermanos mayores, Alex y Bruno, y de su padre, Fernando. Sin embargo, lo que estos no sabían es que Marcos poseía un don extraordinario: era capaz de ver el futuro. Una tarde, mientras estaba inmerso en la lectura de un libro sobre la mitología griega, Marcos tuvo una visión perturbadora. Vio a su padre y a sus hermanos en una violenta confrontación provocada por una mujer, y uno de ellos moriría. Aterrorizado y decidido a evitar la tragedia, Marcos se prometió a sí mismo intervenir en cuanto tuviera la oportunidad. Días después, la mujer de la visión apareció. Una figura misteriosa y seductora, Angelina, comenzó a rondar la vida de Fernando. Pronto, también atrajo la atención de Alex y Bruno, quienes se enamoraron perdidamente de ella, sin saber del enredo que se avecinaba. Una noche, Fernando presentó a Angelina a sus hijos como su futura esposa. La habitación se tornó fría y tensa cuando Alex y Bruno, cegados por los celos y el amor no correspondido, se enfrentaron a su padre. —¡Padre, no te casarás con mi chica! —exclamaron al unísono. El conflicto inició con insultos y rápidamente escaló a la violencia. Fernando, en un arrebato de ira, sacó una pistola. Marcos, temblando, se levantó y con valentía se dirigió a la mujer. —¿Estás feliz? —le dijo Angelina con una calma peligrosa—. Lograste destruir esta familia, pero escucha mis palabras: todo el daño que hacemos se nos regresa. Él trató de detener a su padre, pero en esa misma fracción de segundo, el disparo fue inevitable. Lanzándose a sí mismo entre la bala y su hermano, Marcos cayó al suelo. La sangre se extendió por el suelo, y Angelina huyó dejando atrás el caos que había creado. Fernando contempló lo que había hecho con una mezcla de horror y arrepentimiento. Alex y Bruno, con lágrimas en sus ojos, se arrodillaron junto a su hermano menor. —Resiste, hermano. Por favor, perdónanos todo el bullying que te hicimos —suplicaron. El joven, con una fuerza sorprendente, esbozó una sonrisa y dijo: —Los perdono. Ya puedo irme tranquilo. Encontrad consuelo. Adiós. Con esas últimas palabras, exhaló su último aliento. Fernando fue condenado a prisión domiciliaria por buen comportamiento, pero la culpa y la tristeza dominaron a Alex y Bruno. La familia, ya rota, se sumergió en la desesperación. Fue en uno de esos días oscuros, que Fernando tomó una decisión radical. Recordando las palabras de un compañero de prisión sobre cómo resolver cualquier problema a través del poder oscuro, convocó al demonio. —Quiero que mi hijo viva. Haremos lo que sea para que esté con nosotros nuevamente. El demonio, con una sonrisa perversa, accedió: —¿Lo que sea? Bien. Volverás al momento en que ibas a disparar. No lo harás, pero como parte de nuestro pacto, tú y tus hijos seréis mis instrumentos. Tú serás mi Anticristo y tus hijos serán tus aliados, formando mi trinidad. Perderéis todos los sentimientos humanos de bondad y amor, excepto por el amor posesivo y dominante hacia tu hijo menor. Fernando aceptó. En un parpadeo, ellos dejaron de ser humanos, convirtiéndose en entes de maldad. Cuando el tiempo retrocedió, Marcos apareció de nuevo, sano y salvo. —Descansa, hermanito —dijeron sus hermanos mayores y su padre—. Nosotros dominaremos este mundo. Esta vez te cuidaremos y protegeremos, eres nuestro rayo de luz. Nunca escaparás de nuestro lado. Así, lo que antes era una familia disfuncional ahora se había transformado en un trío de seres malignos, con un único propósito: preservar el amor insano hacia su hermano menor mientras buscaban dominar el mundo.