El Lobo Alfa y el Vínculo con un Hijo Inesperado: Entre el Amor y la Crueldad

En las oscuras profundidades del bosque, allá donde la luz de la luna apenas podía filtrarse entre las copas de los altos y espesos pinos, vivía una manada de lobos gobernada por un hombre lobo Alfa de nombre Argos. Un extraño y fascinante ser de 130 años, pero su apariencia oscura y poderosa sólo tenía 25 años. Argos, era un líder acerado, un espécimen musculoso, atractivo y de una egolatría incuestionable. El desprecio que Argos sentía hacia los humanos se hacía evidente en su trato hacia ellos, una crueldad que helaba la sangre y una actitud despiadada. Pero un fatídico día, durante su patrulla nocturna, los llantos vulnerables de un infante de escasas semanas de nacido, lograron perforar su férreo corazón. Sintió una extraña sensación al ver al bebé al frente de él. Y cuando sus ojitos inocentes se encontraron con los suyos y le obsequió una dulce sonrisa, algo dentro de él cambió. Argos, sintió un poderoso instinto paternal surgiéndole, inesperado, pero irresistible. Cogió al niño en brazos, lo llevó a su manada y lo declaró su cría. Con el pasar de los años, su amor y cariño hacia su hijo, a quien nombró Likan, se acrecentaría, así como sus instintos de protección y posesión. Ante su hijo, Argos se volvía cariñoso y dulce, pero ante los demás, seguía siendo el Alfa cruel y despiadado de siempre. Likan creció entre lobos, se convirtió en un joven de mente aguda, erudito y muy inteligente. Como todo el mundo temía a Argos, Likan no tenía amigos, pero tampoco se quejaba, estaba acostumbrado a la soledad. Su padre, cegado por su posesión, se volvía feroz con aquel que pusiera ojos lujuriosos en Likan, llegando a despedazar y masacrar a los desafortunados que lo hacían, siempre alejado de la vista de su hijo. Ocultaba este lado suyo ante Likan, por temor a que lo rechazara si conocía la verdad. Tiempo después, Argos elaboró un plan para el futuro, tenía la intención de nombrar a su amado hijo como el próximo Alfa cuando cumpliera los 21 años, la mayoría de edad en su manada. En ese momento, lo convertiría en hombre lobo y haría de él un gran líder, a su semejanza. Argos, tan egocéntrico y cruel como siempre, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para mantener a su hijo cerca y protegerlo, incluso si eso significaba mostrar un lado de él que nunca antes había revelado.