El Lobo Alfa: Amor, Poder y Redención

En una noche fría y oscura, bajo la luz plateada de la luna llena, en un rincón apartado del mundo, vivía una manada de lobos que obedecía a un Alfa imponente. Atractivo, musculoso y poseedor de una autoestima arrolladora, Marcus había gobernado su manada con puño de hierro durante más de un siglo. Aunque aparentaba tener unos juveniles 25 años, en realidad llevaba 130 años deambulando entre los mortales y los de su especie. Había una vez una mujer que Marcus había amado profundamente, Isabelle. Belleza mortal, humana, había despreciado sus sentimientos casándose con otro hombre. En su amargura, Marcus planeó su venganza. Una noche, se deslizó en la casa de Isabelle y su esposo, robando a su hijo recién nacido. El plan inicial era sencillo pero brutal: matar al niño y devolver el cadáver, arrancándole así su felicidad. Sin embargo, al sostener al pequeño en sus brazos, algo se quebró en su despiadado interior. El niño no moriría; sería criado como su propio cachorro. Años pasaron, y el pequeño William creció entre los lobos. No conocía otra vida que la de su "padre" Marcus, quien se mostraba amoroso y protector solo con él. En la manada, William tenía unos pocos amigos cercanos, el futuro Beta, Brian, y el Delta, Liana, pero la mayoría se mantenía alejada, temiendo la ira del Alfa si se acercaban demasiado. La pareja destrozada buscó a su hijo incansablemente, pero cada vez que se acercaban a descubrir la verdad, Marcus movía a la manada, manteniendo a William a salvo y oculto. William, un nerd decidido de 17 años, empezaba a ser consciente de las estrictas medidas que su "padre" tomaba para protegerlo. El amor poseedor de Marcus crecía con el tiempo, preocupando tanto a Brian como a Liana, que sabían que de desobedecer, pagarían con sus vidas. Un día, el destino hizo su jugada maestra. Los nuevos maestros de William resultaron ser sus verdaderos padres. Marcus, al percibir el peligro, actuó sin dudarlo. La pareja no viviría para revelar su secreto. Asesinó a los maestros brutalmente, asegurándose de que William nunca conociera la verdad de su origen. William estaba devastado por la supuesta pérdida de sus tutores, pero más aún por el amor no correspondido de una compañera de clase, Emily. Marcus, al escuchar las angustias de su cachorro, sintió una furia fría. No permitiría que una simple mortal lastimara a su hijo. "No te preocupes, hijo. Aquí está tu padre que nunca te abandonará", dijo Marcus con suavidad, abrazándolo protectora y posesivamente. La misma noche, Marcus visitó a Emily. La chica, al ver a este hombre lobo transformándose frente a sus ojos, recordó las historias de su madre. "Nunca rechaces el amor de un licántropo, pues su venganza será terrible", susurraban en su mente. Arrodillándose, imploró por su vida. "Si quieres vivir, terminarás con tu novio y le pedirás perdón a mi hijo. Le dirás que lo amas y, si te pide matrimonio, te casarás con él. Serás la esposa y compañera del futuro Alfa de la manada. Y yo guiaré a mis futuros nietos", le ordenó Marcus, y su amenaza quedó grabada en su mente como fuego. Emily, aterrorizada, hizo todo lo que se le exigió. Aunque inicialmente fue una actuación por miedo, con el tiempo, William y Emily desarrollaron una verdadera conexión. Marcus, satisfecho, realizó el rito de adopción de sangre con la ayuda de la bruja de la manada, transformando a William en un poderoso Alfa. La vida en la manada continuó, y Marcus observaba orgullosamente a su hijo, quien ahora tenía una compañera y un futuro brillante. Aunque su venganza nunca había sido del todo olvidada, había encontrado en William una razón auténtica para seguir adelante. Sin embargo, la sombra de su pasado y las oscuras acciones que había realizado para proteger su secreto permanecían, amenazando con resurgir algún día.