El Legado del Vampiro: Un Encuentro Inesperado y un Misterio Familiar

Una vez existió un vampiro llamado Dain, un ser de 530 años con la apariencia de un hombre de 30, musculoso y atractivo pero, egolatra y narcisista. A pesar de haber vivido durante siglos, Dain mantenía el encanto del pecado juvenil, y siempre estaba en busca de su próxima víctima para saciar su insaciable sed de sangre. Una noche, Dain cruzó caminos con un chico de 17 años llamado Oscar, que de camino a casa tropezó con la intimidante figura del vampiro. Oscar era el prototipo del adolescente nerd, lleno de pecas, un par de lentes e invisiblemente poco atractivo a los ojos de la sociedad. Justo cuando Dain estaba a punto de morder a Oscar, se fijó en un pequeño detalle: un lunar en la mejilla derecha del chico. Un lunar familiar, un lunar que solo los miembros de la estirpe vampírica de Dain poseían. Desconcertado y ansioso por respuestas, Dain utilizó sus poderes hipnóticos para interrogar al chico. Oscar, rendido a su control, confesó que nunca conoció a su padre. Que el hombre que engendró su vida había abusado de su madre para luego abandonarla. La furia y el arrepentimiento llenaron a Dain cuando reconoció que Oscar era su hijo. Repentinamente lleno de un deseo de enmendar los errores del pasado, Dain durmió a Oscar y lo llevó a su majestuosa mansión. Allí, bajo el código vampírico, tenía el derecho de reclamar a Oscar como su hijo, debido a que no estaba casado con la madre. Cuando Oscar despertó, Dain le explicó la impresionante realidad de su herencia y le prometió que cuidaría de él. No obstante, el problema surgió con la educación de Oscar. Dain no conocía otra forma de enseñar más que el método de su propio padre, que consistía en entrenamientos brutales y abandonar la compasión. Pero Dain, ahora consciente de sus errores pasados, estaba decidido a romper el ciclo de destrucción, ofreciendo a Oscar una vida llena de amor y protección, aunque le llevase toda la eternidad encontrar la manera adecuada de hacerlo.