El Intercambio de las Galletas del Destino: La Transformación de Dos Mundos

Érase una vez, un hombre de treinta y cinco años llamado David, atractivo, musculoso, y sumamente egocéntrico y narcisista. Tenía un hijo de quince años, Leo, un chico inteligente pero no tan atractivo y atlético como su padre a quien consideraba un "nerd". David, a menudo humillaba y golpeaba a su hijo, sin apreciar la brillantez de Leo. Todo cambió una tarde, cuando un vecino obeso, feo y débil llamado Frank, pasó a visitarles con una caja de galletas de la fortuna. Frank siempre había deseado tener una familia propia y ser un padre responsable y cariñoso, algo que David parecía no apreciar. Esa noche, después de cenar, Frank propuso que cada uno tomara una galleta y compartiera su fortuna. David, escéptico pero juguetón, compró la idea. Sin embargo, cuando ambos hombres rompieron sus galletas y leyeron sus fortunas, se quedaron en blanco. Las fortunas no eran como las comunes y corrientes que se encontraban en las galletas de la fortuna. En lugar de presagiar un futuro próspero o dar sabiduría, decían: "Caminarás en los zapatos de otro para apreciar su vida" y "Recibirás lo que siempre has buscado". Lo que sucedió a continuación fue misterioso y desconcertante. Después de leer las fortunas, ambos hombres se vieron envueltos en un brillante remolino de luz. Cuando la luz desapareció, ambos hombres se encontraron en los cuerpos del otro. David, ahora en el cuerpo de Frank, estaba horrorizado, mientras que Frank, ahora en el cuerpo musculoso de David, estaba éxtasis. David intentó rechazar su nuevo cuerpo, pero las protestas se encontraron con una vida que era todo lo contrario a la suya. Mientras Frank, en su nuevo cuerpo, decidió aprovechar su nueva oportunidad y comenzó a cuidar y apoyar a Leo, quien estaba más que sorprendido y agradecido por el cambio en su "padre". El cambio de cuerpos resultó ser una bendición para todos. David aprendió la humildad y lo duro que puede ser la vida con un cuerpo no tan favorecido, y Frank pudo vivir su sueño de tener un hijo y estuvo dispuesto a amar y apreciar a Leo como el maravilloso chico que era. La vida de Leo también mejoró, su nerdidad fue celebrada y aunque vivió en carne propia lo mal que su padre trataba a Frank, encontró un verdadero padre en él. Esta historia subraya el hecho de que la belleza es superficial y la verdadera belleza y fortaleza dependen del carácter y los comportamientos hacia los demás. Así que, trata a los demás con amabilidad, porque nunca sabes qué fortuna puede traer una galleta.