"El Hijo del Rey del Infierno"

Era una noche oscura y despejada en la pequeña ciudad de Greenwood. Oliver, un joven nerd de 14 años, estaba acostado en la azotea del orfanato donde vivía. Miraba el cielo estrellado con paso de tristeza, reflexionando sobre su solitaria vida. Sufría bullying constante por su apariencia, por ser débil, y por no tener padres. Se sentía solo y sin esperanzas. De repente, una estrella fugaz cruzó el cielo, brillante y rápida. Oliver cerró los ojos y deseó con todo su corazón tener un padre que lo amara y lo protegiera, alguien tan poderoso como Lucifer Morningstar, el sofisticado y encantador rey del infierno de su serie favorita, "Lucifer". A la mañana siguiente, Oliver despertó en un lugar desconocido. Se incorporó rápidamente, asustado y confundido. Estaba en un apartamento lujoso, con muebles elegantes y una vista impresionante de la ciudad. La puerta de la habitación se abrió y, para su sorpresa, allí estaba él: Lucifer Morningstar en persona. "Buenos días, pequeño", dijo Lucifer con una sonrisa cálida y voz seductora pero paternal. "Soy tu padre, y a partir de ahora, tu vida será diferente". Oliver no entendía cómo era posible, pero de inmediato sintió una conexión con Lucifer. El carismático diablo le explicó que su deseo había sido escuchado y que ahora vivirían juntos. Lucifer era protector, amoroso, pero también muy posesivo y celoso. No quería compartir el cariño de su hijo con nadie más, debido a su naturaleza egocéntrica y egoísta. Los días pasaban y Oliver se sentía más feliz. Su padre le enseñaba cosas nuevas, lo llevaba a lugares exóticos y, sobre todo, lo hacía sentir amado y especial. No obstante, había algo oscuro en la actitud de Lucifer. Tenía varios demonios cuya misión era vigilar de cerca a Oliver y reportar cualquier acercamiento amoroso o afectivo por parte de otros humanos. Un día en la escuela, una compañera llamada Emily mostró interés en Oliver. Empezaron a hablar y, por primera vez, Oliver sintió que alguien más en la tierra se preocupaba por él. Sin embargo, los demonios de Lucifer no tardaron en informar al rey del infierno sobre la situación. Esa misma noche, Lucifer tuvo una charla con su "pequeño príncipe". "Oliver, debes tener cuidado con las personas que se acercan a ti. No todos tienen buenas intenciones". Oliver se sintió confuso, pero decidió obedecer. Emily no se dio por vencida y siguió intentando acercarse a Oliver. Lucifer, al darse cuenta de que sus advertencias no eran suficientes, tomó medidas drásticas. Invocó a sus demonios y les ordenó que asustaran y amenazaran a Emily. Cuando ella no desistió, Lucifer decidió resolver el problema él mismo. Una noche, Emily desapareció misteriosamente. La noticia conmocionó a la escuela, pero solo Lucifer y sus demonios sabían la verdad. Oliver, aunque no comprendía exactamente qué había ocurrido, notó la ausencia de Emily y se entristeció. Con el tiempo, más personas intentaron acercarse a Oliver, pero todas terminaron encontrándose con el mismo destino. Lucifer no permitiría que nadie más ocupara un lugar en el corazón de su amado hijo. Era una manifestación del amor retorcido y posesivo del rey del infierno. Oliver nunca sospechó que su padre era el verdadero Lucifer Morningstar, ni la naturaleza oscura de sus celos y protección. Continuó viviendo engañado en un mundo de lujos y amor, sin conocer los sacrificios que su padre hacía por mantenerlos a solas en su pequeño pero perfecto mundo. La vida siguió, con Oliver protegido y amado a su manera, pero siempre bajo la sombra del demonio más poderoso del infierno.