El Hechizo Oscuro del Corazón: Amor y Venganza en la Saga del Vampiro Seductor

En un rincón oscuro de una ciudad olvidada por el tiempo, vivía un vampiro de impresionante belleza, músculos esculpidos y una arrogancia que rivalizaba con los dioses. Su nombre era Lucien. Aparentaba tener 25 años, pero en realidad, los siglos habían pasado sobre él sin dejar rastro. Ególatra y narcisista, Lucien siempre había obtenido lo que quería, hasta que conoció a Isabella. Isabella era una humana de una dulzura y belleza tales que incluso un ser eterno como Lucien no pudo resistirse a sus encantos. La amó con una intensidad que rivalizaba con su propio ego, pero su amor no fue correspondido. Isabella eligió casarse con un mortal, un hombre llamado Thomas, rompiendo así el corazón de Lucien de maneras que ni siquiera él pensaba posibles. Quemado por el rencor, Lucien planeó la venganza perfecta. Una noche oscura e impenetrable, irrumpió en la casa de Isabella mientras ella y Thomas dormían. Tomó al bebé recién nacido de la pareja, decidido a matarlo para infligirles el máximo dolor. Sin embargo, al contemplar a la inocente criatura en sus brazos, no pudo hacerlo. En cambio, decidió criar al niño como su propio hijo, convencido de que arrebatarles la oportunidad de verlo crecer sería un castigo aún más cruel. El bebé fue bautizado con el nombre de Adrian. Lucien, aunque cruel y despiadado con el mundo, fue un padre amoroso y protector para Adrian. A medida que el niño crecía, el vampiro se volvía cada vez más sobreprotector y posesivo, temeroso de perder la única conexión que lo mantenía anclado a este mundo. Mientras tanto, Isabella y Thomas buscaban incansablemente a su hijo, sin saber que cada vez que se acercaban, Lucien los alejaba, desapareciendo nuevamente con Adrian. Los años pasaron y Adrian se convirtió en un joven de 17 años, algo retraído pero brillante, un auténtico nerd. Sin embargo, su corazón comenzaba a despertar a los latidos del primer amor. Un día, Adrian reconoció a sus maestros como sus verdaderos padres. Sin embargo, antes de que la verdad pudiera salir a la luz, Lucien actuó con una fría determinación: asesinó a Isabella y Thomas para mantener su secreto. Adrian, ignorante de la atroz verdad, se sumió en una profunda tristeza, una melancolía que ni siquiera su "padre" podía entender por completo. Finalmente, Lucien le preguntó qué le afligía, y Adrian confesó que estaba enamorado de su amiga, pero que ella solo lo veía como un amigo y se había fijado en otro chico. La ira de Lucien fue inmediata y feroz. El orgulloso vampiro no podía permitir que una simple mortal rechazara a su hijo y rompiera su corazón. Con una voz llena de veneno, le aseguró a Adrian que él nunca lo abandonaría, prometiéndole venganza sin decirlo explícitamente. Esa misma noche, mientras Adrian dormía, Lucien irrumpió en la habitación de la chica. Al verla, entendió por qué Adrian estaba enamorado: la joven era deslumbrante. Sin embargo, su belleza no perdonaba su afrenta. "Pagarás caro por rechazar a mi hijo", murmuró con sus colmillos reluciendo en la penumbra. La chica, al ver las historias de vampiros que su madre le había contado vívidas ante sus ojos, se arrodilló implorando por su vida. Lucien, con la frialdad que le caracterizaba, le impuso sus condiciones: debía romper con su novio, pedir perdón a Adrian y declararle su amor. Si él le pedía matrimonio, ella debía aceptarlo y convertirse en una esposa perfecta. Lucien, además, le advirtió que nunca revelara su conversación a nadie. Aterrorizada, la chica accedió a todas sus demandas. Hizo lo que Lucien le había ordenado y, con el tiempo, Adrian y ella se casaron. Lucien, satisfecho con su manipulación, decidió que era el momento de hacer inmortal a su hijo. Convertido en vampiro, Adrian nunca supo la verdad sobre sus verdaderos padres ni los motivos oscuros que llevaron a su padre adoptivo a tomar decisiones tan drásticas. Así, en medio de sombras y secretos, la vengativa paz de Lucien se aseguraba, mientras el ciclo de oscuridad continuaba su curso eterno.