**El Entrenador Transformado: Poder de una Lámpara**

Era una tarde lluviosa cuando Lucas, un joven de 17 años, entró en una tienda de antigüedades. Intentaba refugiarse de una tormenta inesperada cuando sus ojos se posaron en una lámpara polvorienta en una estantería del fondo. Sin pensarlo demasiado, la compró con el dinero que había ahorrado durante meses. Al llegar a casa, la limpió y, sin saberlo, dijo en voz alta mientras la frotaba: "Deseo que el entrenador sea mi padre posesivo, protector y controlador". Lo que Lucas no sabía era que la lámpara tenía el poder de cumplir cualquier deseo. Al día siguiente, Lucas despertó en una habitación elegante que no era la suya. Las paredes estaban cubiertas con tapices caros y el mobiliario era de lujo. Aturdido, se levantó y bajó al comedor. Lo que vio lo dejó sin aliento: el entrenador Marcos, un hombre de 33 años, musculoso, atractivo y millonario, había adoptado una postura cariñosa mientras lo saludaba con una sonrisa afectuosa. - "Buenos días, hijo", dijo Marcos, mientras un tono despectivo deslizaba por su voz al dirigirse a la criada, quien en esa realidad era la madre de Lucas. "Desayunemos el desayuno que la criada nos preparó". Lucas, perplejo, observó cómo su madre apenas podía mirarlo a los ojos, obligada a mantener las distancias por el capricho de Marcos, quien no quería que una mujer pobre fuera la madre de su heredero. Recapitulando, Lucas comprendió que en esa nueva realidad, su madre había recurrido al entrenador en busca de ayuda económica al saber que iba a ser padre. Sin embargo, Marcos aprovechó la situación para tomar la tutela total del niño, privando a la madre de sus derechos parentales. Volviendo al presente, Marcos se dirigió a Lucas nuevamente: - "Ya nos vamos a la prepa, hijo. Recuerda que allí soy tu profesor. Estoy orgulloso de tus calificaciones. Empezaremos a entrenar tu físico para que seas fuerte y tengas un gran futuro", afirmó, abrazándolo paternalmente. "Levanta los platos y limpia la mansión", ordenó a la criada. Esa noche celebraron el premio que Lucas había recibido en las olimpiadas matemáticas del estado. Marcos, en un afán de demostrar su amor, preguntó: - "Dime, hijo, ¿qué deseas? Te daré todo lo que me pidas, será tuyo". A pesar de que Lucas descubrió un lado amoroso y protector en Marcos, también notó la posesividad y el control que ejercía sobre él. Lejos de ser el hombre cruel que todos conocían, Marcos ahora vigilaba cada amistad que Lucas intentaba forjar, asegurándose de que se acercaran a él solo aquellos que tuvieran su aprobación. En esta nueva realidad, Lucas aprendió a vivir bajo la sombra de un padre implacable, que aseguraba saber siempre lo que era mejor para su hijo. A medida que los días pasaban, Lucas comenzó a adaptarse a su nueva vida. Sentía un equilibrio entre la protección y el rigor de Marcos, y aunque una parte de él echaba de menos la libertad, otra comprendía que su padre solo buscaba lo mejor para su futuro. Pero aún dentro de esta opulencia y seguridad, Lucas se preguntaba si quizás había deseado demasiado.