Ego Encantado: Transformación del Quarterback

Era un soleado día de otoño en el prestigioso instituto Faircrest High. En el terreno de juego, Damon Hawthorne lucía cada centímetro de su impresionante figura atlética. Con solo 18 años, no solo era el quaterback estrella del equipo de fútbol, sino también el chico más atractivo y deseado del instituto. Tenía todo: un cuerpo musculoso, una cuenta bancaria abultada gracias a su millonaria familia, y una legión de admiradores/as. Pero también tenía un oscuro pasatiempo, uno que disfrutaba casi tanto como su deporte: intimidar a los débiles, y su blanco número uno era un nerd enclenque llamado Oliver. Oliver, a sus 17 años, no destacaba por su físico ni por su popularidad, pero sí era brillante en los estudios. Un alma tímida y reservada, pasaba más tiempo en la biblioteca que en cualquier otro lado, siempre con sus gafas gruesas y su ropa pasada de moda. Damon encontraba una retorcida diversión en menospreciarle y, junto a sus amigos, no perdía oportunidad para humillarle. Un día, tras un partido, Damon y su grupo encontraron a Oliver en el pasillo vacío, y sin previo aviso, comenzaron a golpearlo. Pero justo en medio de la agresión, algo inusual ocurrió. Desde las sombras, una figura misteriosa y alada apuntó con un arco dorado directo al corazón de Damon y soltó una flecha. No era una flecha común, sino una enviada por Cupido para castigar la arrogancia del quaterback. Al recibir el impacto, Damon sintió un tirón en su pecho. De repente, una sensación cálida y desesperada de necesidad lo inundó. Se giró hacia Oliver, y el odio que solía sentir se transformó en un deseo ardiente e irracional. Ordenó de inmediato a sus amigos que se retiraran y que jamás volvieran a tocar a Oliver. A partir de ese día, Damon fue un hombre cambiado, pero no de la forma que nadie esperaba. Su amor por Oliver no era sano ni puro; era una obsesión violenta y posesiva. El quaterback comenzó a exhibir su cuerpo esculpido, esperando seducir a Oliver con su atractivo. Daba igual cuántas chicas lo miraran con deseo, Damon solo tenía ojos para el nerd. Pero Oliver, desconcertado y asustado, no pudo ser menos receptivo. Desesperado, Damon intensificó sus intentos. Se esforzaba al máximo para ganarse el afecto de Oliver, pero este solo encontraba maneras de esquivarle. Finalmente, en un acto de locura absoluta, Damon desarrolló un último y sombrío plan. Una noche, Damon se acercó a Oliver, pretendiendo que todo había terminado. Le dijo con voz dulce que lo dejaría en paz y, como señal de buena voluntad, le entregó unos panes recién horneados. Oliver, ignorante de las intenciones del quaterback, aceptó los panes. Poco sabía él que estaban impregnados con un potente afrodisíaco. Bajo el influjo de la sustancia, la mente de Oliver fue nublada y sus sentimientos manipulados. En su estado alterado, accedió a casarse con Damon. La ceremonia fue un evento rápido y discreto, llevado a cabo sin más testigos que un juez cómplice. Damon, triunfante, llevó a su nuevo esposo a su opulenta mansión. Esa noche, en la lujosa habitación de Damon, consumaron el matrimonio. Después del acto, el quaterback abrazó posesivamente a Oliver, susurrándole, "Eres mío y solamente mío. No dejaré que exista otra persona que no sea yo en tu vida." Así, el castigo de Cupido se completaba. Mientras Damon pensaba haber ganado, Oliver quedaba atrapado en una relación nacida de la manipulación y la obsesión, un símbolo de las consecuencias de la prepotencia y la vanidad desmedida.