Ecos de un Silencio Roto: La Trágica Historia de un Amor no Correspondido y un Padre Arrepentido

Había una vez un joven de 14 años llamado Lucas, cuya vida estaba marcada por la soledad y el desprecio. Desde temprana edad, Lucas había sido olvidado e ignorado por su padre, Alejandro, un destacado actor y modelo de 30 años. Alejandro veía a Lucas como una sombra insignificante y débil que no merecía su atención. Todo lo que Lucas deseaba era una pequeña porción del amor y reconocimiento de su padre, pero siempre se encontraba con un muro frío y distante. En la preparatoria, Lucas tampoco encontraba consuelo. Víctima constante de bullying, su vida escolar era un tormento interminable. Sin embargo, llegó un punto en que la crueldad alcanzó un nuevo nivel. El chico más popular de la escuela, Sebastián, hizo una apuesta con sus amigos: lograría enamorar a Lucas y luego humillarlo de la manera más despiadada posible. Desconociendo los verdaderos motivos de la repentina atención de Sebastián, Lucas comenzó a abrir su corazón. Por un breve instante, sintió lo que era ser querido. No obstante, la verdad tarde o temprano sale a la luz. Al descubrir la vil apuesta, Lucas sintió que toda su realidad se desmoronaba. Todo su sufrimiento, el constante desprecio de su padre, y ahora, esta cruel traición, lo llevaron a una desesperada decisión. Ingerió veneno, con la esperanza de escapar de su interminable dolor. Lucas fue encontrado a tiempo por un compañero de clase y rápidamente llevado al hospital. Los médicos hicieron lo posible por salvarlo, mientras los servicios de emergencia intentaban contactar a su padre. Alejandro recibió la llamada crucial mientras disfrutaba de un momento íntimo con su amante. Sin interés ni compasión, respondió fríamente, "No me interesa lo que hizo," y continuó con su cita sin ningún remordimiento. Las horas pasaron y, a pesar de los esfuerzos médicos, Lucas no resistió. Su pequeño y desesperado corazón se detuvo, llevándose consigo todo el sufrimiento y el amor no correspondido. Solo mucho después, cuando el sol ya había declinado, Alejandro se dignó a aparecer en el hospital. Al verlo muerto, una ola de culpa lo envolvió, algo que jamás había sentido antes con tal intensidad. Lloró desconsolado junto al cuerpo de su hijo. El entierro de Lucas fue sombrío y doloroso. Alejandro fue consumido por el dolor y el arrepentimiento al saber que su hijo había muerto creyéndose no amado ni valioso. La noticia de que todo había sido una cruel apuesta llegó a sus oídos como un golpe de martillo, sellando su destino con odio y locura. En su mente trastornada, una idea se abrió paso. Tomó una pistola y, con los ojos hinchados y la mente perturbada, sostuvo una foto de Lucas contra su pecho. Aquel dolor se convirtió en una peligrosa resolución: "Mataré al culpable de tu muerte, hijo. Me vengaré de todos tus agresores." La locura se había asentado profundamente en su corazón. Con una mezcla de dolor, remordimiento y una sed de justicia torpemente escondida, Alejandro salió para llevar a cabo su venganza, envuelto en tinieblas que él mismo había ayudado a crear. Su propia humanidad se desmoronaba, y en su lugar solo quedaba un hombre atrapado en un ciclo de culpabilidad y venganza interminable, un verdadero fantasma de lo que alguna vez fue.