"Ecos de Sombra: La Oscura Melodía de David Chocarro"

Era un hombre que dominaba la pantalla con su presencia: David Chocarro, un actor y modelo conocido por su física musculosa y su actitud viril y narcisista. Pero ocultaba un secreto que nadie conocía. Tenía un hijo de 15 años al cual despreciaba profundamente porque, según él, era insignificante, débil, un nerd y un perdedor. Para mantener su imagen, lo presentaba al mundo como su ahijado. David era cruel y hiriente, constantemente burlándose y socavando la confianza del joven, cuyo nombre era Tomás. La vida de Tomás en la preparatoria era un infierno, sufriendo acoso y humillaciones a diario. El chico vivía en un constante estado de miedo, tanto por el bullying en la escuela como por el abusivo comportamiento de su propio padre. La situación llegó a un punto crítico cuando Tomás, sintiéndose atrapado y desesperado, decidió poner fin a su sufrimiento ingiriendo una sobredosis de medicamentos. David, al encontrar a su hijo inconsciente en el suelo, sintió un remordimiento y una culpa que nunca había experimentado antes. Llevó a Tomás al hospital a toda prisa, y aunque sobrevivió, el joven cayó en un coma profundo. Por primera vez, David empezó a cuidar a Tomás con verdadera dedicación. Sentado junto a la cama del hospital, le susurraba: "Hijo, despierta. Te extraño. Perdóname todo el daño que te he hecho. Esta vez comenzaremos los dos una nueva vida." Tiempo después, mientras revisaba las pertenencias de Tomás, David encontró su diario. Al leerlo, descubrió las crueldades y humillaciones que su hijo había sufrido tanto en la escuela como en sus relaciones amorosas. La rabia de David creció enormemente. "Papá les va a enseñar una lección a esos mal nacidos," murmuró, "Nadie lastima a un Chocarro sin sufrir las consecuencias. Y en el caso de esas que osaron herirte el corazón, haré que deseen estar muertas." David entonces tomó un camino oscuro y vengativo. Contrató a una enfermera para que cuidara de Tomás y empezó su misión de venganza. Secuestró, torturó y eliminó a cada bully de su hijo, uno por uno. En el caso de las chicas que habían roto el corazón de Tomás, David las sedujo, enamoró, y luego rompió sus corazones de la manera más cruel posible. Cada día, le murmuraba a su hijo en coma: "Esto hice para vengarte, hijo. Ellos ya están muertos. Por favor, vuelve." Con el tiempo, Tomás despertó del coma. Aunque al principio estaba confundido, al ver el cambio en los ojos de David y en su comportamiento, decidió darle una oportunidad. La felicidad de David fue indescriptible. "Te amo, hijo," pensó mientras lo abrazaba. "Eres mío y solamente mío. Nunca permitiré que nadie nos separe. Si tengo que volver a matar para tenerte a mi lado, lo haré." Pero la paz fue corta. Las autoridades, tras una investigación exhaustiva, descubrieron las acciones de David y emitieron una orden de captura. Tomás supo la verdad y, horrorizado, rogó a su padre que se entregara. "Papá, no debiste matarlos. Había otras maneras de hacer justicia. No debemos huir." David, al ver que Tomás intentaba alejarse de él, murmuró: "Perdóname por esto, hijo, pero pronto entenderás que todo lo que hago es por nosotros dos." Con un golpe, noqueó a Tomás, lo alzó y lo llevó al avión privado. Lo colocó en una silla y lo amarró. "Cuando lleguemos a nuestro destino, hijo, comenzaremos otra vida. No te preocupes por las autoridades; he conseguido nuevas identidades. Y en cuanto al piloto, no hablará; los muertos no hablan," le dijo antes de administrarle una potente medicina para dormir. Al aterrizar en otro país, David cumplió su amenaza, asesinando al piloto y llevándose a Tomás para comenzar una vida en el exilio. En la retorcida mente de David, lo que había hecho estaba justificado. Al fin y al cabo, todo lo hizo por su hijo, aunque, en realidad, solo había sumido a ambos en un abismo del que sería imposible escapar.