**Ecos de Redención: La Búsqueda de un Padre Perdido**

Carlos Álvarez era el epítome del éxito: un CEO de 33 años, atractivo, musculoso y con un ego del tamaño de su imperio empresarial. Sin embargo, su vida personal contaba una historia muy distinta. Su hijo de 15 años, Lucas, había sido siempre el blanco de su desprecio; para Carlos, Lucas no era más que un nerd débil y un perdedor. Las constantes humillaciones y violencia de su padre, sumadas al bullying que sufría en la preparatoria, convirtieron la vida de Lucas en un auténtico infierno. Una tarde, en un arrebato de desesperación, Lucas decidió poner fin a su sufrimiento lanzándose desde la ventana del tercer piso de la preparatoria. Milagrosamente, fue trasladado rápidamente al hospital y su vida fue salvada. Intentaron contactar a Carlos, pero el CEO ni siquiera se molestó en responder. La situación empeoró cuando las autoridades comenzaron a investigar. Los chicos que habían acosado a Lucas fueron detenidos y llevados a centros de detención de menores. En la misma investigación, se reveló el terrible miedo que Lucas tenía a su propio padre, lo que llevó a las autoridades a arrestar a Carlos por maltrato y violencia intrafamiliar. El tribunal decidió que Lucas sería colocado en un hogar de paso una vez que se recuperara y pudiera salir del hospital. Carlos fue llevado al hospital antes de su detención oficial. Allí, al ver a su hijo entre la vida y la muerte, por primera vez en su vida se sintió embargado por el arrepentimiento. Suplicó que le dieran una oportunidad para redimirse, pero los policías respondieron: "Lo sentimos, ya perdió a su hijo, ahora vámonos, lo espera una celda." Desesperado, Carlos noqueó a los policías y, en un acto de locura, se llevó la camilla con su hijo, robando una ambulancia en el proceso. Mientras abrazaba el cuerpo inconsciente de Lucas, murmuraba: "Descansa, pequeño. Papá contratará a los mejores médicos para que estés atendido. Comenzaremos una nueva vida; nunca te perderé." Sin embargo, no llegó lejos y pronto fue capturado y llevado a prisión, donde fue condenado a cuatro largos años. En prisión, Carlos rápidamente subió en la jerarquía gracias a su carisma y poder, convirtiéndose en una figura de autoridad entre los reclusos. Un día, uno de sus hombres, que estaba en libertad, lo visitó y le dijo: "Patrón, su hijo se recuperó y fue adoptado por una pareja de clase media." Al ver las fotos y la dirección de la pareja, Carlos quemó las fotos con un cigarro y juró venganza: "Pronto saldré de aquí y ustedes, malditos muertos de hambre, pagarán por arrebatarme a mi hijo." Meses después, Carlos ejecutó una audaz fuga, incendiando la prisión para simular su muerte. Con una nueva identidad proporcionada por uno de sus hombres, Carlos se trasladó a la casa de la pareja adoptiva. Sin importarle que su hijo lo viera, asesinó fríamente a la pareja y quemó la casa. Tomando a su hijo en brazos, Carlos le dijo: "Esto lo hice por nosotros, pequeño. Estoy arrepentido de todo lo que te hice. Lo único que quiero es que me des una oportunidad para ser el padre que mereces. Vamos a un nuevo hogar donde comenzaremos una nueva vida." Sin embargo, Lucas, lleno de terror y odio, apartó la mirada. Para él, su padre siempre sería el monstruo que convirtió su vida en un infierno.