Echoes of Revenge: David Chocarro's Redemption

Era otro día soleado en la ciudad, uno en el que David Chocarro, con su físico imponente y su sonrisa impecable, dominaba las portadas de revistas y las pantallas de televisión. A primera vista, su vida parecía idílica: fama, riqueza, y hordas de admiradores. Sin embargo, detrás de esa fachada de prestigio y orgullo se escondía un oscuro secreto. David tenía un hijo de quince años, Nicolás, a quien había presentado ante el mundo como su ahijado. Nicolás era todo lo contrario a su padre: un chico delgado, con gafas gruesas y una pasión desmedida por la tecnología y los videojuegos. David veía a Nicolás como una mancha en su imagen perfecta, y no perdía oportunidad de demostrarle su desprecio. Nicolás sufría en la escuela, siendo el blanco frecuente de las burlas y el acoso de sus compañeros. Su vida se había convertido en un infierno constante, tanto en su hogar como en la preparatoria. Desesperado y sintiéndose solo, decidió poner fin a su sufrimiento. Una noche, cuando la casa estaba en silencio, tomó una sobredosis de pastillas. David encontró a Nicolás casi sin vida en su habitación y, por primera vez, sintió algo quebrarse dentro de él. Mientras cargaba el cuerpo inerte de su hijo hacia el hospital, un profundo remordimiento lo invadió. Nicolás sobrevivió, pero cayó en un coma profundo. Pasaron los días y, junto a su arrepentimiento, David comenzó a cuidar de Nicolás. Pasaba horas a su lado, susurrándole palabras de arrepentimiento y promesas de un nuevo comienzo. "Despierta, hijo. Te extraño. Perdóname todo el daño que te he hecho. Esta vez, comenzaremos los dos una nueva vida." Un día, mientras ordenaba las cosas de Nicolás, encontró su diario. Al leerlo, el corazón de David se llenó de una furia contenida. Las palabras de su hijo relataban con detalle los abusos y humillaciones que había sufrido, tanto en la escuela como las crueles bromas de las chicas que le destrozaron el corazón. "Papá les enseñará una lección a esos malnacidos", murmuró David, apretando el diario contra su pecho. "Nadie lastima a un Chocarro sin sufrir las consecuencias." Con un objetivo claro en mente, David se lanzó a la venganza. Se convirtió en un vigilante implacable. A medida que cada bully de su hijo desaparecía de la faz de la tierra, David se sentía más justificado. En el caso de las chicas, utilizó su encantadora fachada para seducirlas, solo para romperles el corazón de manera despiadada cuando estaban más vulnerables. Cada visita al hospital, David se sentaba junto a la cama de Nicolás y narraba sus acciones detalladamente. "Esto hice para vengarte, hijo. Ellos ya están muertos y sufrieron por lo que te hicieron. Por favor, vuelve, hijo." David se había convertido en un hombre capaz de cualquier cosa por su hijo. La venganza había infundido en él un propósito, pero más profunda era su esperanza: la esperanza de que Nicolás despertara, y juntos pudieran construir una nueva vida, lejos del dolor y el sufrimiento del pasado.