Echo of a Broken Heart

Había una vez un joven de 16 años llamado Lucas, un muchacho inteligente, delgado y con gafas gruesas, que siempre había sido objeto de burlas y acoso en su preparatoria. Desafortunadamente, el principal instigador no era otro que su propio padre, Nick Walker, el entrenador de gimnasia del colegio. Nick era un fisicoculturista de 30 años, atractivo y seguro de sí mismo, pero también ególatra y narcisista. No podía aceptar que Lucas, tan diferente de él, fuera su hijo. Nick nunca había ocultado su desprecio hacia Lucas, y esto se hacía evidente no solo en su trato diario, sino también en cómo alentaba a los jugadores del equipo de fútbol americano a hacerle bullying. Lucas, además de todo, sufría de una afección cardíaca, algo que mantenía en secreto para no parecer aún más vulnerable. Sin embargo, la situación se tornó aún más oscura cuando Nick descubrió que Lucas estaba enamorado de Jessica, una hermosa estudiante de 17 años. Aprovechando la atracción que ella sentía hacia él, Nick ideó un plan cruel: prometió a Jessica tener una cita y una relación, si ella se mantenía fingidamente interesada en Lucas durante tres meses. Jessica, seducida por la promesa, aceptó el trato. Durante esos tres meses, Lucas vivió lo que creyó ser una felicidad nueva y emocionante. Por primera vez pensó que alguien veía más allá de su aspecto y se interesaba por su verdadero yo. No sospechaba que todo era parte de un plan malévolo. Un fatídico día, Lucas escuchó ruidos provenientes de la sala de profesores. Decidió acercarse cautelosamente y, para su horror, descubrió a su padre y Jessica en un encuentro íntimo. Al verse descubierto, Nick no tuvo piedad y con una sonrisa cruel dijo: "¿Creíste realmente que alguien estaría contigo, un perdedor como tú?". Esas palabras perforaron directamente el frágil corazón de Lucas, provocándole un fuerte infarto. Su cuerpo cayó al suelo inerte. Nick, al ver la gravedad de la situación, llevó apresuradamente a Lucas al hospital. Los médicos lo ingresaron de inmediato en cuidados intensivos, revelando que su corazón estaba extremadamente débil. Las palabras de los doctores y la visión de su hijo en un estado tan crítico perforaron el alma de Nick, haciéndole sentir por primera vez en su vida culpa y remordimientos. Entró en la habitación de cuidados intensivos, el peso de sus acciones aplastándolo. Lucas, al verlo, susurró con voz débil: "Sé que moriré muy pronto, acepto mi destino. Tú me hiciste mucho daño, pero no quiero irme con odio en mi corazón. Te perdono, Nick Walker". Con estas últimas palabras, el corazón de Lucas dejó de latir. La muerte de Lucas devastó a Nick. Nadie podría haber imaginado que el entrenador musculoso y seguro de sí mismo alguna vez lloraría, pero allí, en esa habitación, Nick se derrumbó. Tomó el cuerpo sin vida de Lucas en sus brazos y lloró con un dolor inconmensurable. El karma había llegado para cobrarle cada acto cruel. El colegio no tardó en tomar medidas. Al enterarse de la verdad, despidieron a Nick y, debido a su mala reputación, nadie más quiso contratarlo. Con el tiempo, la culpa lo arrastró a un abismo del que nunca pudo salir. Su mente fragmentada se negó a aceptar la realidad, y comenzó a vivir en una ilusión en la que Lucas aún estaba vivo y compartían momentos juntos como padre e hijo. La vida había castigado a Nick de la manera más dura, quitándole aquello que, aunque no pudo ver en su momento, era lo más valioso que tenía. Ahora, en su locura, él y su hijo seguían juntos, pero solo en su perturbada mente.