Destino Gemelos: Amor y Traición

En la versión alternativa de "Tres veces Ana", el relato toma un tono aún más oscuro y dramático. Aquí, Santiago y Marcelo son hermanos gemelos que fueron separados al nacer por su padre Facundo. Facundo, un hombre ambicioso y despiadado, se quedó con Marcelo, mientras que Santiago fue entregado a Remedios. Facundo engañó a Remedios, haciéndole creer que Marcelo había muerto. Marcelo creció en un hogar sin amor, donde la fuerza y el dinero eran los únicos valores importantes. La amabilidad y el afecto eran vistos como debilidades, y así fue moldeado Marcelo. Por otro lado, Santiago creció en un hogar amoroso, aunque marcado por la pobreza. A pesar de las penurias, en el hogar de Remedios abundaba la felicidad. El destino quiso que Marcelo descubriera la existencia de su hermano gemelo y de su verdadera madre. Sin conocer toda la historia, Marcelo se llenó de envidia y odio hacia Santiago, resentido porque su hermano había recibido el amor que a él se le negó. Marcelo, que había acumulado numerosos enemigos debido a su frialdad y sus negocios turbios, decidió obligar a Santiago a suplantarlo para salvarse de un intento de asesinato. Amenazó con matar a su madre si Santiago no accedía. Santiago, sin otra opción, aceptó el trato y tomó el lugar de Marcelo. De manera simétrica, Marcelo usurpó la vida de Santiago para evitar sospechas. Los conocidos de Santiago notaron un cambio drástico en su comportamiento; la amabilidad fue reemplazada por una fría aspereza y un desprecio evidente hacia su madre. Marcelo, llevado por la creencia de que Remedios lo había abandonado, la trataba con desdén y resentimiento. En el día del cumpleaños de ambos, Marcelo (fingiendo ser Santiago) escuchó a Remedios contar cómo se sintió al saber que tendría gemelos y cómo sufrió al creer que uno de ellos había muerto. Cuando ella despertó tras el parto, Facundo le mintió diciendo que uno de los bebés no había sobrevivido. A pesar de contratar numerosos investigadores, nunca perdió la esperanza de encontrar a Marcelo, diciéndole que, si lo viera, le daría todo el amor de madre que siempre le había sido arrebatado. Al oír estas palabras y confirmar la verdad, Marcelo le confesó a Remedios que él era Marcelo y que había suplantado a Santiago para conocerla. Esa noche, cuando Remedios se había ido a dormir, Marcelo se acercó a su madre y en voz baja dijo: "Mamá, sigue durmiendo tranquila. Perdóname por cómo te traté. Haré que vivas como una reina después de deshacerme de Santiago. No me gusta compartir lo mío, y ahora que te tengo, no pienso compartirte con nadie". Este pensamiento revelaba el egoísmo y la frivolidad de Marcelo. Más tarde, Santiago y Marcelo retomaron sus verdaderas identidades. Marcelo, con el fin de tener a su madre cerca y vigilar a Santiago, invitó a ambos a vivir con él. Lo hacía por dos motivos: para darle a su madre una vida privilegiada y para mantener a su "enemigo" bajo control, esperando el momento adecuado para deshacerse de él definitivamente. En medio de una fiesta, unos hombres armados irrumpieron y secuestraron a Santiago. Estos hombres habían sido contratados por Marcelo. Remedios, angustiada, pidió a Marcelo que hiciera todo lo posible por rescatar a su hermano. Marcelo la tranquilizó con un abrazo lleno de aparente amor, mientras en su mente se repetía que pronto tendría el amor de su madre exclusivamente para él. Marcelo se encontró con Santiago y reveló toda la verdad, confesando que siempre había sido un obstáculo en su camino. Sin más preámbulos, Marcelo asesinó a su hermano, ocultando la verdad para siempre. Después del entierro de Santiago, Marcelo se convirtió en el hijo posesivo y celoso que siempre había sido, incapaz de compartir lo que consideraba suyo. La tragedia de "Tres veces Ana" se transformó en una historia de envidia y egoísmo, donde el amor y el odio se entrelazaban en una maraña de mentiras y desesperación.