Deseos Peligrosos: Un Nerd y su Mundo Alterado

Era una mañana como cualquier otra en la vida de Lucas, un joven de 17 años que siempre había sido el blanco fácil del bullying en su preparatoria. Lucas era un chico delgado, con gafas gruesas y una pasión desmedida por la ciencia y la matemática, características que lo hacían el objetivo perfecto para los más crueles. El principal responsable de su sufrimiento era el entrenador Harrison, un hombre de 33 años, atractivo, musculoso y millonario. Su arrogancia y narcisismo lo llevaban a gozar hostigando a Lucas, sin tener en cuenta las consecuencias. A su lado siempre estaba Eric, el chico más popular de la escuela, un joven de 18 años igual de ególatra y cruel. Un día, buscando alguna distracción en una tienda de antigüedades, Lucas se topó con una vieja lámpara que le llamó la atención. Sin saber su verdadero poder, la compró y la llevó a casa. Esa noche, agotado por el estrés y el constante acoso, prendió la lámpara y, sin pensarlo mucho, dijo en voz alta: —Desearía que el entrenador Harrison fuera mi padre, posesivo, protector y controlador, y que Eric me amara con locura y fuera mi novio. Al día siguiente, Lucas despertó en una enorme habitación elegante, completamente diferente a su sencilla morada habitual. La sorpresa lo dejó boquiabierto; descendió las escaleras y se encontró con su nuevo padre: el entrenador Harrison. —Buenos días, hijo —dijo Harrison con una sonrisa cariñosa—. Ya está listo el desayuno que preparó la criada —añadió, con un tono despectivo dirigido a la mujer que, en la realidad anterior, era la madre de Lucas. En esta nueva realidad, su madre se había visto obligada a trabajar como criada en la mansión de Harrison cuando le pidió ayuda al enterarse de su embarazo. Harrison, al enterarse que iba a ser padre, había decidido fríamente que criaría a su hijo solo, sin permitir que una mujer pobre fuera madre de su heredero. —Levanta los platos y limpia la mansión —ordenó a la criada con indiferencia—. Esta noche celebraremos tu premio de las olimpiadas matemáticas del estado, hijo. Dime qué deseas; haré realidad cualquier cosa que me pidas. Harrison abrazó a Lucas paternalmente antes de salir camino a la escuela. En el trayecto, le recordó que en la preparatoria él era su profesor y estaban por comenzar a entrenar para mejorar su físico, asegurando así un gran futuro. Al llegar, Lucas se encontró con Eric, quien en esta nueva realidad era su novio, uno que lo amaba con locura. La relación entre ellos era una mezcla de amor y control; Eric estaba completamente enamorado y, al mismo tiempo, extremadamente celoso y posesivo. El entrenador Harrison había establecido clara y firmemente que Eric solo podía salir con su hijo bajo la condición de respetarlo y protegerlo, advirtiéndole que cualquier lágrima derramada por su hijo traería severas consecuencias. Con el tiempo, Lucas comenzó a ver las ventajas y desventajas de esta nueva vida. Por un lado, el apoyo y amor paternal de Harrison eran reconfortantes y le daban seguridad. Eric, a pesar de su naturaleza celosa, también aportaba una chispa de cariño y pasión que nunca antes había sentido. Por otro lado, estaba constantemente vigilado y supervisado, con poco margen para la libertad personal. Día tras día, Lucas se amoldaba lentamente a esta realidad, aprendiendo a equilibrar su nueva vida rodeada de lujo y cariño intenso, aunque a costa de una libertad personal limitada por la sobreprotección de su padre y el amor posesivo de Eric. A pesar de todo, Lucas sintió que, por primera vez, era valorado y querido, aunque en una forma inusual. Con el tiempo, entendió que sus deseos habían transformado su vida de una manera impensable, dándole una mezcla de bendiciones y desafíos para afrontar cada día.