**Del Desprecio al Amor: La Vida de Christian de la Campa**

Christian de la Campa siempre había sido un hombre exitoso: un ícono en el mundo del espectáculo y la moda, con una apariencia impactante y un ego que solo rivalizaba con su vanidad. Vivía en una mansión de lujo al lado de sus dos hijos, pero su actitud hacia ellos era tan diferente como la noche y el día. El orgullo de su vida era su hijo mayor de 18 años, Christian Jr., un reflejo casi exacto de su padre. Guapo, musculoso, seguro de sí mismo y popular, Christian Jr. era el Quaterback estrella en una prestigiosa y exclusiva preparatoria. A todas luces, él era la viva imagen de lo que Christian soñaba para él mismo y lo lucía con orgullo. Su hijo menor, en cambio, era completamente distinto. Daniel, de 16 años, era todo lo que Christian despreciaba: noble, humilde, un nerd apasionado por la ciencia y la literatura. Con una complexión delgada y una apariencia fácilmente desapercibida, Daniel sufría el constante desprecio y humillación de su propio padre y hermano. Christian y Christian Jr. solían referirse a Daniel como un ahijado abandonado en la puerta de la mansión, ridiculizándolo y aislándolo socialmente. En la preparatoria, Daniel era víctima del bullying por parte de su propio hermano y sus amigos, quienes siempre se aseguraban de hacerle la vida imposible. Pero había algo que Christian y su hijo mayor ignoraban: Daniel padecía una grave enfermedad cardíaca, un secreto que había guardado para sí mismo. Al ver que su salud se deterioraba y su vida se tornaba insoportable, Daniel decidió un día tomar las maletas y abandonar la mansión para pasar sus últimos días en paz. —No te vas a ir de aquí. Eres insignificante; tu lugar es en la cocina —le dijo Christian con desdén al descubrir sus intenciones. —Me voy de este infierno. Adiós —respondió Daniel con una voz quebrada pero decidida. Fue entonces cuando ambos, Christian y su hijo mayor, enfurecidos, lo tomaron por la fuerza. Daniel gritaba que lo soltaran y en ese arrebato lo lanzaron por el balcón de la escalera principal. Daniel cayó varios metros, rompiéndose por dentro y por fuera. La realidad de lo que habían hecho los golpeó con brutalidad. Corrieron hacia el primer piso, llenos de culpa y remordimiento, llevando de inmediato a Daniel al hospital. Allí, rogaron a los médicos que hicieran todo lo posible por salvarlo. Pero los doctores fueron claros: el accidente había agravado la enfermedad cardíaca de Daniel, y él estaba agonizando. En su lecho de muerte, Daniel pidió ver a su padre y a su hermano. —No les guardo rencor, quiero descansar en paz. Los perdono —dijo con una débil sonrisa. Christian y su hijo mayor, quebrantados y arrepentidos, pidieron perdón, rogándole que resistiera, que su riqueza podría pagar cualquier tratamiento. Pero era demasiado tarde. Daniel falleció. Christian y Christian Jr. se derrumbaron, gritaban y lloraban, enfrentando la brutal verdad de su negligencia y crueldad. En el funeral, Christian colocó una flor sobre la tumba de su hijo y entre lágrimas imploró: —Perdóname por no ser un buen padre, hijo. Ahora que no te tengo, sufro porque no podré reparar el daño. El hermano mayor también se despidió con el corazón destrozado. Fue entonces cuando una voz resonó alrededor de ellos: —¿Harían lo que fuera para que él estuviera vivo? —les preguntó aquella voz etérea. —¡Haría lo que sea! —respondió Christian desesperado, y su hijo mayor asintió en acuerdo. —Así será —dijo la voz—, pero en esta nueva realidad Daniel crecerá en un hogar lleno de amor, lejos de ustedes. Será criado por la única persona que siempre le dio amor verdadero. Me refiero al jardinero, al cual despidiste y mandaste a prisión para silenciarlo. Esta será su oportunidad. Cuando despierten, lo recordarán todo, pero ya será tarde. De inmediato, la realidad se alteró tal como la voz había dicho. Christian y Christian Jr. despertaron con el dolor y la culpa de sus recuerdos, pero Daniel ya no estaba con ellos. En su desesperación, buscaron a Daniel por cielo, mar y tierra. Finalmente, lo encontraron viviendo feliz con el jardinero, a quien ahora llamaba "papá." La vista de aquello llenó a Christian de celos paternales, iniciando una guerra para recuperar al hijo al que él mismo había despreciado. Christian creía que su dinero y poder serían suficientes para conseguirlo, pero en sus corazones sabían que lo habían perdido para siempre. El karma, en su forma más pura, los había alcanzado.