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Question: Escriba una historia en la que el actor y modelo atractivo, musculoso,egolatra, viril y narcisista David Chocarro, antes de ser el gran actor y modelo que es tenia una linda esposa que estaba siempre con el en las buenas y en las malas y un hijo recien nacido, por su hijo y su esposa hizo su carrera para salir adelante y darles todo lo que necesitaban. Pero la fama, la vanidad y la lujuria dominaron su corazon, el olvido a su esposa y a su hijo para pasar tiempo y placer con varias mujeres que lo deseaban por su fisico.Pasado el tiempo David empezo a tratar a su esposa como una criada, incluso la obligo a dormir en los cuartos de servicio y nego su existencia diciendo que es soltero.En el caso de su hijo, David nunca paso tiempo con el en esos largos 15 años, sino que lo humillaba, lo despreciaba y era su bully por ser un nerd, un debil y un insignificante. La vida le cobraria al actor caro, todo el sufrimiento causado de la peor manera. David le hizo creer a una de sus muchas amantes, que al final se casaria con ella, la mujer despechada al descubrir el engaño se presento en la fiesta de aniversario por los 16 años que llevaba como actor David, la mujer enfurecida saco la pistola en la fiesta y al apuntar a David disparo, pero la bala se desvio e hirio al joven, cuando el joven callo al suelo, por primera vez David sintio preocupacion, culpa y remordimiento, la madre del joven se acerco a el y le dijo no hijo no me dejes no podria vivir sin ti, nunca me perdonare no habernos ido de este infierno, la mujer derramo lagrimas, David se acerco, se arrodillo ante el joven y le dijo: por favor resiste estaras bien, ya llame a los paramedicos, el joven a ver a su padre le dijo no quiero irme con odios ni rencores, te perdono papa y ahora sin mi presencia sigue disfrutando tu vida despues de decirlo el joven murio.Pronto David lanzo un grito y dijo No, hijo no te vayas, yo se que estas vivo resiste, la mujer enfurecida, le dijo vete David, por tu culpa nuestro hijo murio vete y disfruta tu tiempo con tus amantes, por nuestro hijo nunca te deje por el permaneci a tu lado, ahora que no esta luchare por mi misma, quiero el divorcio. La mujer se fue llorando, mientras David con el cuerpo del joven lloraba y lanzaba grandes lamentos, pronto vino la funeraria y David no se quizo separar del cuerpo. Sucedio el funeral, David ayudo a cargar el ataud, cuando el joven fue enterrado, la mujer se acerco a David, y le dijo adios David, espero que te vaya bien en tu vida, David al ver que se iba se arrodillo ante ella y le dijo por favor no te vayas, ahora que nuestro hijo no esta debemos consolarnos, la mujer de forma ironica le dice cual hijo dices David, segun me acuerdo tu siempre nos negaste diciendo que eras soltero y que no tenias hijos, se te volvio realidad tu mentira, ya dejame ir. La mujer se fue, mientras tanto David ingreso a la habitacion del joven y al tocar sus cosas, sus juguetes, el dolor y la culpa hizo que David diera gritos y votara las cosas de su hijo al piso, diciendo debi haber pasado tiempo contigo hijo, debi dedicarte atencion y no haber perdido mi tiempo con mujeres, despues de decirlo David, lloro, grito y durmio en la cama de su hijo mientras sostenia su fotografia. Su desesperacion y dolor fue tal que dijo: daria lo que fuera para que estuvieras aqui hijo no me importaria vender mi alma, en ese momento un demonio se le aparecio y le dijo darias lo que fuera, David dijo si dare lo que fuera, haremos este trato el tiempo regresara 6 dias antes, en esos 6 dias deberas demostrar que has cambiado y debes hacer que tu hijo te ame, si en el termino de esos dias no logras tu mision yo me llevare tu alma y tu hijo morira nuevamente tenemos un trato, David acepto el trato y el tiempo retrocedio 6 dias antes de la muerte del joven, ahora la mision de David de salvar a su hijo apenas comenzo, le sera dificil demostrar que has cambiado.
Había una vez, en una brillante ciudad llena de luces y glamour, un hombre llamado David Chocarro. David era un actor y modelo con un físico impresionante y una personalidad que correspondía fielmente a su espejo: ególatra, viril y narcisista. En su camino hacia la fama, había dejado atrás su esencia; el hombre que una vez fue, que amaba profundamente a su esposa, Clara y a su hijo recién nacido, Mateo. Durante los primeros años de su carrera, la familia fue su razón de ser. Se esforzaba día y noche para proveerles todo lo necesario y garantizarles una vida cómoda y feliz. Pero a medida que aumentaba su fama, también lo hacía su vanidad. Con el tiempo, David olvidó las promesas que hizo a Clara y a Mateo. Las noches familiares fueron rápidamente reemplazadas por fiestas extravagantes y encuentros con varias mujeres que codiciaban su físico escultural. Clara fue relegada a la habitación de servicio, tratada como una criada más, mientras que Mateo crecía sin la presencia de un padre, sufriendo humillaciones continuas por no encajar en la imagen de perfección que David tanto idolatraba. Así pasaron 15 largos y dolorosos años. Mateo había crecido en la sombra de un padre déspota, convirtiéndose en un joven inteligente pero introvertido, refugiándose en sus libros y computadoras, lejos del cruel escepticismo de su progenitor. El destino esperó el momento perfecto para ejecutar su juicio, y ese momento llegó en la fiesta de aniversario por los 16 años de carrera de David. Entre los invitados y el ruido de la celebración, una de las amantes despechadas de David irrumpió en la fiesta con una pistola. Al apuntar a David, disparó, pero el destino, ya decidido en su curso, hizo que la bala desviada golpeara a Mateo. El ruido ensordecedor del disparo llenó la sala, seguido del silencio mortal. Mateo se desplomó al suelo, y por primera vez en años, David sintió algo más que vanidad: un agudo remordimiento. Clara corrió a su hijo, sollozando desesperadamente: “No, hijo, no me dejes. Nunca me perdonaré por no habernos ido de este infierno,” lloraba sobre el cuerpo ensangrentado, mientras David, aturdido, balbuceaba súplicas a su hijo. Mateo, con los ojos llenos de lágrimas, miró a David y le dijo: “No quiero irme con odios ni rencores, te perdono, papá. Ahora sigue con tu vida sin mí.” Sus palabras, llenas de una madurez y bondad inesperadas, fueron las últimas antes de que su vida se apagara. David lanzó un grito desgarrador, clamando al cielo mientras sostenía el cuerpo inerte de su hijo. El dolor y la culpa arreciaban como un torrente imparable. Clara, rota de dolor, le increpó: “¡Por tu culpa nuestro hijo murió! ¡Ahora quiero el divorcio!” Sin más que decir, la mujer se marchó, dejando a David con un vacío irreparable. Los días siguientes fueron un tormento incesante. Durante el funeral, David ayudó a cargar el ataúd de su hijo, sintiendo cada paso como un golpe en el alma. Al término del entierro, Clara se acercó a él por última vez. “Espero que te vaya bien en tu vida, David. Ya no queda nada para nosotros,” dijo, implacable. Sus palabras, frías y certeras, atravesaron el corazón del hombre que había perdido todo. En la desesperación de su soledad, David visitó la habitación de Mateo. Miró sus cosas, sus juguetes, cada objeto cargado de memorias que él había ignorado. La culpabilidad lo consumió, arrojando aquellas pertenencias al suelo en un arrebato de dolor, gritando, “¡Debí haberte dedicado tiempo hijo! ¡Debí haberte dado mi atención!” Finalmente, exhausto de tanto llanto y arrepentimiento, se dejó caer en la cama de su hijo, abrazando una fotografía suya, clamando a cualquier fuerza que lo escuchara: “¡Daría lo que fuera para que estuvieras aquí, hijo! ¡No me importaría vender mi alma!” En ese momento, la habitación se oscureció y un siniestro demonio apareció ante él. “Daría lo que fuera, ¿verdad?” susurró con una voz que helaba la sangre. “Haremos un trato: el tiempo regresará seis días antes de la muerte de tu hijo. En esos seis días deberás demostrar que has cambiado y hacer que tu hijo te ame nuevamente. Si fracasas, me llevaré tu alma y tu hijo morirá de nuevo.” David, sin dudarlo un segundo, aceptó el trato. El escenario cambió a su alrededor, y se encontró seis días antes de la fatídica fiesta. Su misión para salvar a Mateo apenas comenzaba. Con cada día que pasaba, enfrentaría uno de los retos más difíciles: demostrar que un corazón ególatra puede cambiar, y ganarse de nuevo el amor de aquellos que había traicionado.
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