David Chocarro: The Tragedy

David Chocarro nunca imaginó que su vida, que alguna vez había sido tan sencilla y llena de amor, cambiaría drásticamente cuando su carrera como actor y modelo despegó. Antes de convertirse en el atractivo y musculoso ídolo que todos conocían, él era simplemente David, un hombre de familia, profundamente enamorado de su esposa, Laura, y dedicado a su recién nacido, Tomás. Desde el principio, Laura fue su roca. Ella lo apoyó en cada audición, en cada fracaso y en cada pequeña victoria. David solía decirle que todo lo que hacía era para asegurar un futuro mejor para ellos. Pero, a medida que la fama y la vanidad comenzaron a dominar su corazón, esas promesas se fueron desvaneciendo. Con el tiempo, David dejó de prestar atención a su familia. Se rodeó de mujeres que lo admiraban por su físico, olvidando a la mujer que había estado a su lado en las buenas y en las malas. Laura, relegada a los cuartos de servicio, vivía como una sombra en la casa que alguna vez fue su hogar. Tomás, el joven que David había prometido proteger y guiar, se convirtió en el blanco de su desprecio y humillación. Para David, Tomás era solo un nerd insignificante que no merecía su tiempo ni su afecto. Pasaron quince largos años. Laura soportó todo por su hijo, con la esperanza de que algún día David recapacitara. Pero esa esperanza se desvaneció la noche del aniversario de David como actor, una noche que debería haber sido de celebración, pero que se transformó en una pesadilla. Una de las muchas amantes de David, despechada por sus mentiras, irrumpió en la fiesta con una pistola. Al apuntar a David, el disparo se desvió e hirió a Tomás. Al ver a su hijo caer al suelo, por primera vez David sintió una punzada de preocupación y culpa. Laura, desesperada, se arrodilló junto a su hijo, llorando y rogándole que no la dejara. David, también arrodillado, intentó consolar a Tomás, diciéndole que resistiera, que los paramédicos estaban en camino. Pero Tomás, con su último aliento, le dijo que lo perdonaba, que no quería irse con odios ni rencores. Y luego, cerró los ojos para siempre. El grito de dolor de David resonó en la sala. Laura, con el corazón roto, le exigió que se fuera, culpándolo por la muerte de su hijo. Le dijo que había permanecido a su lado solo por Tomás, pero ahora que él no estaba, lucharía por sí misma y quería el divorcio. El funeral fue un tormento para David. Ayudó a cargar el ataúd y, cuando el joven fue enterrado, Laura se acercó. Con una mezcla de dolor e ironía, le dijo adiós, recordándole que él mismo había negado su existencia como familia. Ahora, su mentira se había vuelto realidad. David se quedó solo, arrodillado ante la tumba, rogándole a Laura que no lo dejara. De vuelta en la casa, David ingresó en la habitación de Tomás. Al tocar sus cosas y sus juguetes, la culpa y el dolor lo abrumaron. Rompió en gritos, arrojando todo al piso, lamentando no haber pasado tiempo con su hijo, no haberle dedicado atención. Finalmente, se desplomó en la cama de Tomás, abrazando una fotografía suya, llorando y gritando hasta quedarse dormido. Los meses siguientes fueron un descenso a la locura para David. Incapaz de soportar la realidad de su pérdida, se refugió en un mundo mental donde Tomás seguía vivo. En ese mundo, pasaban tiempo juntos, corrigiendo todos los errores y faltas que David había cometido. Pero en la realidad, David estaba solo, consumido por el dolor y la culpa, pagando el precio por haber olvidado lo que realmente importaba en la vida.